Evangelio según San Marcos 5,21-43

viernes, 25 de enero de
image_pdfimage_print

 

 

"Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer."


Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: Padre Gustavo Gatto

 

Hoy Marcos, al mejor estilo de esas películas que cuentan historias paralelas y que en algún momento se juntan, nos trae un relato de dos historias: una mujer que hacía 12 años que padecía la enfermedad de hemorragias, que había buscado miles de formas de salir de esa enfermedad, había gastado dinero, había gastado energías y tiempo, y cada vez estaba peor. También nos cuenta la historia de Jairo, Jefe de la sinagoga que tenía una hija de 12 años que estaba gravemente enferma y que al final, fallece.

 

En estas dos historias el punto en contacto es Jesús, Él como el protagonista, aquel que une estas historias y podemos quedarnos queridos amigos con esto de los 12 años; 12 años padeciendo una enfermedad de hemorragias, signo de la pérdida de la vida. Esta mujer hacia 12 años que estaba perdiendo su vida, no podía encontrar una solución, buscaba un sentido, quizá en lugares equivocados y se le iba la vida. Y una niña de 12 años que empezaba la vida, se encuentra con la muerte. Y ahí aparece Jesús, tanto en una situación como en otra, de distintas formas, en una gracia a la Fe del Padre, en la otra gracia a esta valentía de esta mujer que se mete y le toca el manto, Jesús aparece como el Señor de la vida. Jesús aparece como vida ante nuestras situaciones de pérdida de vida.

 

Qué lindo esto de poder descubrir que lo que Jesús nos viene a traer es vida abundante para nosotros, y que Jesús nos viene a traer a nosotros este mensaje: “Joven, levántate! Joven, se protagonista de tu vida! Yo Jesús, quiero ser el sentido para tu vida”.

 

Ojalá que también nosotros podamos descubrir este mensaje de vida de Jesús. Cuántos jóvenes que pierden la vida, que se les va la vida, buscan en lugares equivocados, cuántos que están aparentemente vivos pero están muertos porque no encontraron el sentido en su vida. Jesús nos habla del sentido de plenitud de vida y nosotros que hemos encontrado este tesoro, es lo que tenemos que anunciar.

Que tengas una buena semana.


 

 

 

Oleada Joven