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martes, 29 de enero de
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Desde que mi voluntad
está dispuesta a la tuya Señor,
conozco la medida
de la mejor libertad.

 

Vení Señor, y tomá
las riendas de mi albedrío;
de tú mano me fío
y a tú mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy tuyo y vos mío.

 


A fuerza de amor humano
me abrazo en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.

 

Quiero darme sin tender la mano
para cobrar el favor;

Quiero darme en la salud y en el dolor
a todos, de tal suerte
que el día que me encuentre la muerte
lo haga sin nada más que el amor en mí.

¡Que así sea!

 

 

 

 

 

Oleada Joven