En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios.""
Palabra de Dios
Monseñor Carlos Ñañez | Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba
Hoy la Iglesia recuerda al Evangelista San Lucas. Como dijo alguien, San Lucas es el escriba de la mansedumbre de Cristo, porque en el Evangelio de Lucas, Jesús aparece siempre con un perfil, con una figura muy amable, muy cordial. El pasaje del Evangelio que la Iglesia elige para esta fiesta es el de la elección de otros setenta y dos discípulos, además de los doce que Jesús había elegido originalmente.
Un primer significado de la elección de estos setenta y dos, es que la salvación es para todos; los doce discípulos, los doce apóstoles, de alguna manera representan el nuevo pueblo de Dios, así como los doce patriarcas eran el origen de Israel, así también, los doce son como el origen del nuevo pueblo. Pero el anuncio, el testimonio de Jesús, de su Evangelio, no es responsabilidad sólo de los doce, sino que es el cometido de todos. Y la finalidad de la elección y la misión de estos setenta y dos es para preparar el encuentro con Jesús, porque el Salvador es el Señor, el enviado no puede usurpar el lugar, tiene que ser el instrumento como para acercar al Señor, pero nada más, y esa es la misión que reciben los setenta y dos. Como decía alguien, tienen que ser como tierra de encuentro, pero tierra de paz; o como tan hermosamente, en algún momento, dirá San Juan Bautista “conviene que Él crezca y que yo disminuya”.
Por otro lado, en el Evangelio, en este pasaje el Señor invita a orar por las vocaciones, es decir por aquellos que Él quiera llamar a una dedicación total al testimonio y al anuncio del Evangelio. Es una intención que todos tenemos que tener, y es una opción que, especialmente, los jóvenes no deben excluir, constatar, ¿no será que el Señor me llama?, verificarlo, no se trata de imponer la vocación, de discernirla, es preciso seguir sólo si el Señor llama, pero no tener miedo a ese llamado.
Y el Señor señala también dificultades previsibles en aquellos que Él elige y envía, lo dice con una imagen muy clara, “como ovejas en medio de lobos”, como invitando a no desalentarse frente a las dificultades, y a perseverar en ellas, convencidos de la bondad y sobre todo del origen de la misión; es Él el que ha elegido, es Él que envía. Señala el modo de realizar la tarea, con confianza, siendo instrumentos de paz y de bendición.
Me parece que este Evangelio nos invita a redescubrir nuestro propio Bautismo, gracias a ese don, nosotros en Jesús somos hijos de Dios, hemos llegado a participar en los bienes del Reino de Dios, y de ese don brota también la tarea. Por nuestro Bautismo nosotros hemos sido agraciados, por nuestro Bautismo nosotros también tenemos la responsabilidad de compartir esa gracia, de compartir ese regalo, ser instrumento para el encuentro de los demás con Jesús, como los setenta y dos que eligió el Señor y que los envió a los lugares donde Él iba a ir. Como San Lucas, que escribiendo su Evangelio también, divinamente inspirado, es instrumento privilegiado para que todos, gracias a su narración, podamos encontrarnos con Jesús.
Y esto lo deseo de corazón para ustedes y para mí, que cada vez nos encontremos más con Jesús, y que cada vez más seamos instrumentos de ese encuentro para nuestros hermanos, para que ellos también puedan tener este regalo, tener esta alegría de ser discípulos y amigos de Jesús. Con mi bendición para todos.