Ayúdame a hacer silencio, Señor, quiero escuchar tu voz. Toma mi mano, guíame al desierto,
que nos encontremos a solas, vos y yo. Necesito contemplar tu rostro, me hace falta la calidez de tu voz, caminar juntos… callar para que vos hables.
Me pongo en tus manos, quiero revisar mi vida, descubrir en qué tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien, sorprenderme con lo nuevo que me pedís.
Ayúdame a dejar a un lado las corridas,
las preocupaciones que llenan mi cabeza, barre mis dudas e inseguridades,
ayúdame a archivar mis respuestas hechas, quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado.
Ver donde “aprieta el zapato” para apurar el cambio. Me atrae la seguridad, el “saberlas todas”, tenerla “clara”, no necesitarte, total tengo todas las respuestas,
que los demás giren a mí alrededor, Que me sirvan en lugar de servir.
Me tienta creer que te escucho cuando escucho mi voz. ¡Enséñame a discernir! Dame luz para distinguir tu rostro.
Llévame al desierto, Señor, despójame de lo que me ata, sacude mis certezas y pon a prueba mi amor.
Para empezar de nuevo, humilde, sencillo, con fuerza y Espíritu para vivir fiel a Vos.
Amén
Marcelo Murúa