Evangelio según San Mateo 20,17-28

martes, 26 de febrero de
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"Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

 

Palabra de Dios

 

 


Reflexión: Monseñor Santiago Olivera, Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

 

El Evangelio de Mateo que hoy la iglesia nos pone a reflexionar, repite en paralelo con marcos el evangelio del miércoles pasado, donde Jesús anuncia por tercera vez su pasión y en este anuncio vemos hoy como la madre de Zebedeo intercede pidiendo para sus hijos buenos puestos. Que en el reino a Juan y a Santiago los ponga en un buen lugar. El otro día deciamos que es una mirada miope, corta, de los discípulos y también la mama de los Zebedeos, y tambien los otros diez, dice el texto, se indignan.



 

Esto nos pasa seguido en nuestras vidas o en nuestras comunidades, no tiene que sorprendernos porque muchas veces puede pasarnos a nosotros o puede escuchar a algunos, que pro estar cerca de Jesús o ser cristianos creemos que "merecemos ciertos privilegios". Muchas veces escuchamos esto: "No hay derecho a sufrir esto porque es tan bueno y tan cristiano" o "no es justo que sufra así porque es tan cristiano o tan cristiana" o esperamos ser reconocidos o ser tenidos en cuenta. Muchas veces parece que ser cristiano da ciertos derechos fente otros o evitar ciertos sufrimientos por ser seguidores de Jesús.



 

Sin embargo el evangelio nos recuerda que nuestro camino debe ser el camino de Jesucristo, y beber el caliz nos lleva esta expresión a vivir la pasión de Jesus, que es vivir el servicio como Él lo vivió. La clave seria, entonces, la oportunidad entonces de Jesús para explicarles de nuevo a sus discipulos que el modo de pastorear y guiar o la responsabilidad será siempre sinónimo de servicialidad. Y se sirve de verdad cuando se ama, y así lo experimentamos, cuántos gestos en nuestra familia hemos recibido servicio de nuestros padres, porque nos aman. O la autoridad se gana haciendose servicio, haciendose ofrenda porque se ama.



 

Vamos a pedirle a Jesús que nos ayude a amar y a servir como Él, que podamos poner nuestra vida al servicio de la vida, hasta el sacrificio de nosotros mismos por amor, porque a esto nos invita el Señor. A sus servidores la autoridad evangelica siempre se da, no como la del mundo, sino una autoridad que se pone al servicio y que se olvida a sí mismo justamente por amor como lo hizo Jesús.

 

 

 

Oleada Joven