Aquí estoy Señor

miércoles, 27 de febrero de
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Aquí estoy Señor…
 
No el hombre que quisiera ser, sino el que soy. Un hombre con un corazón apasionado que desborda en ello, pero en ocasiones tibio y perezoso. Un hombre que le tiene miedo a la soledad, pero que la busca y ansía. Un hombre que busca ser aceptado y querido, pero no es capaz en muchas ocasiones de expresarlo.
 
Un hombre inteligente y organizado pero con poca fuerza de voluntad para ser constante y prudente. Un hombre que piensa mucho en su placer y le da poco tiempo al pensar en el bien de los demás; pero aun así, el bien de los demás es aquello que le  da sentido a su vida. Un hombre que buscando afecto se ha perdido en la desolación, que es frágil y tiene miedo a ser descubierto y señalado, perder la imagen ante los demás, pero que también es capaz de sacar de todo esto la oportunidad de ayudar a los demás en sus caídas; que escribe y habla desde su experiencia para que los demás experimenten a un Dios misericordioso.
 
Un hombre con muchas energías y que no ha sabido canalizarlas. Un hombre que busca la paz, la justicia, la fraternidad, pero tiene miedo a enfrentar a los poderes que las limitan. Un hombre con un profundo deseo de Dios, de estar con Él, de vivir con Él, pero que en lo cotidiano prefiere distraerse en otras cosas. Un hombre poco prudente al hablar y juzgar pero que busca ser objetivo y claro en sus juicios.
 
 
 
 
 
Un hombre que desea vivir la Eucaristía en la vida y que desea entregarse su cuerpo a Cristo en el Altar, pero que no ha sabido entregarse al cien por ciento a los demás. Un hombre con muchos miedos e incongruencias pero que se siente y sabe profundamente amado por Dios. Un hombre con proyectos para el bien de los demás, que busca acercar a Dios a las personas, pero un hombre que se desanima fácilmente, pero que tú no lo has abandonado y lo alientas para no abandonar dichos proyectos.
 
Esto y más soy YO Señor, aquí estoy buscándote, estoy porque me has llamado, y el simple hecho de saber que Tú quieres hablar conmigo, es decir, con “quien soy” y no con quien “quisiera ser” me llena de enorme esperanza.
Por eso hoy te digo, ¡Habla Señor, que tu siervo escucha! 
 
 
Fuente: pensamientosdeunseminarista.blogspot.com.es

 

 

Oleada Joven