Cuentan que a un pueblo lejano, un día llegó un hombre ya bien anciano. Dicen que era sabio.
Unos jóvenes universitarios decidieron probarlo. Fueron hasta él y le preguntaron:
"Si eres un sabio, entonces dinos quien es la mejor persona de este pueblo"
Al día siguiente, se posicionó en una calle donde se dice que todos los ciudadanos pasaban continuamente.
Colocó un cartel que decía: "NECESITO ALGO DE USTED. POR FAVOR, DONEME ALGUNA COSA."
La gran mayoría le dio dinero.
Pero, cada vez que le daban dinero, él lo arrojaba a otro mendigo que se encontraba a su lado.
La gente se sorprendió con su actitud.
Al día siguiente, de nuevo estaba él con el mismo cartel.
Esta vez, muy pocos le dieron dinero – que fue debidamente arrojado al otro mendigo – pero le trajeron comida, de la mejor y de la peor.
Nuevamente, el sabio dio toda la comida recibida a otros mendigos cercanos y, al llegar la hora del almuerzo, comió de su propia comida.
Nadie entendió que quería realmente el sabio.