De las cruces

jueves, 7 de marzo de
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Si todos los ángeles, si todos los genios se hubiesen puesto a considerar sobre qué hubiera sido para ti de mayor conveniencia, si este sacrificio o aquél suplicio, si tal tentación o cual dolorosa pérdida, no hubiesen podido hallar nada más apropiado para ti que lo que en suerte te ha tocado.

Porque desde su inicio, la eterna Sabiduría divina te ha asignado ésta tu cruz como un preciado presente. Antes de enviártela, Dios la estuvo observando con su mirada invisible, la evaluaba con su sabiduría divina, la examinaba con su sabia justicia y la analizaba con su benévola misericordia.

En su mano la había sopesado, para que no te resultara ni un milímetro demasiado grande, ni un miligramo demasiado pesada.
 
 

Hecho esto, la bendijo en su nombre, la ungió con su gracia y con su consuelo, echando una nueva mirada a tu coraje y a tus fuerzas.

De tal modo, ésta tu cruz te llega directamente del cielo como un llamado divino, como un regalo del misericordioso Amor, para impulsarte hacia la perfección y al hallazgo de tu razón de ser en Dios.
 
San Francisco de Sales

 

 

Oleada Joven