Como un niño

domingo, 10 de marzo de
image_pdfimage_print

 

Convertir una tormenta inesperada

en una catarata mágica,

cocinar un festín de galletas con barro,

y con tres cachivaches  montar una tienda.

Sonreír por la voz aliviada de una voz conocida

que te evoca mil juegos, una casa y un beso.

Reposar, vulnerable, en abrazo seguro.

Sollozar sin vergüenza hasta caer dormido,

para alzarte mañana invencible de nuevo.

Preguntar sin descanso,

sediento de respuestas.

Curiosear inquieto en todos los rincones.

Y descubrir al mundo, al otro, un Dios.

Y gritarlo muy alto, y pintarlo con ceras

y decirlo a los tuyos,

y empezar a crecer…

para un día distante,

recordar la tormenta,

la galleta de tierra,

la tienda de papel,

esa voz conocida de juego, casa y beso,

la pregunta constante y el rincón ignorado.

El mundo te llama, el otro siempre en torno,

y ese Dios que, de nuevo te seduce y te envía,

a gritarlo muy alto,

 a pintarlo con ceras,

a decirlo sin miedos,

como un niño,

otra vez.

 

José María Rodríguez Olaizola sj