Quince minutos en compañía de Jesús

jueves, 21 de marzo de
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 Has venido hijo mio, a visitarme, a hacerme compañia en mi soledad, tal vez a buscar en Mi alivio a tus penas y consuelo en tus amarguras. Para llegarte a Mi y merecer mi confianza, ya sabes que no importa ni la riqueza, ni el talento, ni la elevada posicion o categoria social. Acercate, pues, a Mi con humildad y confianza; hablame sencillamente como hablarias al mas intimo de tus amigos, como hablarias a tu madre, a tu hermano.

Dime, hijo mio, ¿vienes a hacerme alguna suplica en favor de alguien? Dime su nombre, ya sea el de tus padres, ya sea el de tus hijos, ya sea el de tu esposo/a, ya sea el de tus hermanos, o amigos, o conocidos; dime enseguida que quisieras que hiciese Yo actualmente por ellos… Pideme mucho, no vaciles en pedir; siempre me gustaron las almas generosas que, olvidadas de si mismas, atendian principalmente a las necesidades de los demas. Hablame con sencillez, con humildad, de los pobres a quienes quisieras consolar; de los enfermos a quienes ves padecer y quieres hacer algo por ellos; de los extraviados que anhelas volver al buen camino; de los amigos ausentes que quisieras volver a ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Ya sabes que prometi escuchar toda suplica que saliese del corazon; y ¿no saldra de tu corazon el ruego de que Me dirijas por aquellos a quienes vos mas especialmente amas?

Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, leela en mi presencia. Dime francamente que sientes, orgullo, apego a la sensualidad y al regalo, que eres tal vez egoista, inconstante, negligente, esclavo de la moda, envidioso, interesado, pesimista, falto de fe y esperanza, perezoso, mentiroso, celoso, malo, mediocre, indeciso, malintencionado, amarrete, mezquino, tibio, autosuficiente, intolerante, incomprensivo, despreciativo, apegado al dinero y a los honores, escalador, simulador, vicioso, desconsiderado, irresponsable, quiza algunas veces hasta cruel… que te cuesta perdonar, olvidar, que sientes soberbia, lujuria, avaricia… y pideme luego que venga Yo en ayuda de los esfuerzos pocos o muchos que hagas para sacudir de encima tuyo tales miserias.

No te averguences de ver en ti estas faltas y de manifestarmelas. ¡Hay en el Cielo tantos justos, tantos santos que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad; se esforzaron por desarraigarlos y pronto se vieron libres de ellos.

Tampoco vaciles en pedirme bienes del cuerpo y del entendimiento: salud, memoria, perseverancia, exito feliz en tus trabajos, negocios, o estudios… Todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas encuanto no se oponga, antes favorezca y te ayude, a tu santificacion.

Hoy poy hoy, ¿que necesitas? ¿Que puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!

¿Traes ahora mismo entre tus manos algun proyecto? Cuentamelo todo minuciosamente. ¿Que te preocupa? ¿Que piensas? ¿Que deseas? ¿Que puedo hacer por ti, por tus padres, por tus hijos, por tu hermano, por tu hermana, por tu amigo, por tu compañero, por tu superior? ¿Que desearias vos mismo hacer por ellos?

¿Y por Mi? ¿no sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algun bien a tus projimos, a tus amigos, a tus familiares, a tus bienhechores y que viven quiza olvidados de su Dios y de su Señor?

Dime que cosa llama hoy particularmente tu atencion, que anhelas mas vivamente y con que medios cuentas para conseguirlo. Dime si te salen mal tus proyectos y Yo te dire las causas del fracaso. ¿No quisieras que me interesase en tu favor por tus cosas? Soy, hijo mio, dueño de los corazones, y los llevo dulcemente, sin perjuicio de su libertad, adonde sea mejor para ellos.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuentame, cuentame tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quien te hirio? ¿Quien lastimo tu amor propio? ¿Quien te ha menospreciado? Acercate a mi Corazon, que tiene balsamo eficaz para todas las heridas del tuyo. Cuentamelo, y acabaras en breve por decirme que, a semejanza de Mi, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago, recibiras mi consoladora bendicion.

¿Acaso sientes miedo? ¿Sientes en tu alma aquellas melancolias, que no por ser injustificadas dejan de ser muy desgarradoras? Echate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy; aqui a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo; ni un momento te desamparo, y puedes estar seguro de que tu a mi lado y escuchando mi voz y atendiendo a mis consejos, seras pronto consolado.

¿Sientes que te dejan de lado personas que antes te quisieron bien y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega, ruega por ellas, y Yo las devolvere a tu lado, si no han de ser obstaculo a tu santificacion.

¿No tienes tal vez alguna alegria que comunicarme? ¿Por que no me haces participe de ella? Cuentame lo que desde ayer, desde la ultima visita que Me hiciste, te ha consolado y hecho sonreir tu corazon. Quizas has tenido agradables sorpresas, quizas has visto disipados negros recelos, quizas has recibido una feliz noticia, alguna carta con noticias felices, unas muestras de cariño; has vencido alguna dificultad o salido felizmente de algun trance que te tenia preocupado… Obra mia es todo esto, y Yo te lo he proporcionado, ¿por que no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente como un hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mio, gracias!? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.

¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazon; a los hombres se los engaña facilmente, a Dios no; hablame entonces con toda sinceridad. ¿Te has propuesto firmemente no exponerte mas a aquella ocasion de pecar?, ¿de privarte de aquel objeto que te daño?, ¿de no leer mas aquel libro que exalto tu imaginacion?, ¿de no ver mas peliculas y fotos que exacerban tu imaginacion?, ¿de no tratar mas a aquella persona que turbo la paz de tu alma? ¿Volveras a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra persona a quien por haberte faltado, miras con malos ojos y como enemiga?

Ahora bien, hijo mio; vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la oficina, al estudio, al consultorio, a tu casa con tu familia… Pero no olvides los quince minutos de grata conversacion que hemos tenido aqui los dos.

Guarda en lo que puedas silencio, modestia, recogimiento, resignacion y caridad con el projimo. Encomiendate a mi Madre, que lo es tambien tuya, y vuelve otra vez mañana, con el corazon mas tranquilo, mas amoroso para conmigo y mas entregado a mi servicio; ya veras como encuentras en el mio, nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

 

Evangelina Escobar