Simplemente estar

miércoles, 27 de marzo de
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El P. Pedro Arrupe, quien fuera durante casi 20 años Superior General de los Jesuitas, antes fue durante muchos años misionero en Japón y testigo de la bomba en Iroshima. Entre sus anécdotas narraba una:


“Me encontraba yo en Yamaguchi a cargo de un grupo de jóvenes. Había entre ellos una muchacha de unos 20 años, que sin llamar la atención, venía a la capilla y permanecía, a veces, horas enteras de rodillas frente al Santuario. Parecía estar ensimismada, no se movía. Un día procuré yo, que nos encontráramos cuando ella salía de la capilla. Empezamos a hablar como de costumbre y cayó la conversación sobre sus constantes y largas visitas al Santísimo. En un momento me dio pie para ello le pregunté: “¿y qué haces tanto tiempo frente al sagrario?”. Sin vacilar, como quien ya tenía pensada de antemano la respuesta me dijo “Nada”. “¿cómo nada?, insistí. “¿Te parece posible estar tanto tiempo sin hacer nada?. Esta precisión de mi pregunta que borraba toda posible ambigüedad pareció desconcertarle un poco. Esta vez tardó más en responderme. Al fin me dijo ¿que qué hago delante del sagrario? Pues, estar”. Y volvió a callarse.

 

Y seguimos nuestra conversación ordinaria. Parecía que no había dicho nada especial, pero en realidad no había callado nada y lo había dicho todo en una palabra riquísima de contenido. En una sóla palabra había condensado todo lo que significaba su presencia frente al Señor: Estar. Estar como estaba María, la hermana de Lázaro a los pies del señor, o la Virgen a los pies de la cruz. Ellas también estaban. Horas de amistad, horas de intimidades, en las que nada se pierde y parece que nada se da, pero lo que se da es todo. En realidad son pocos los que entienden el valor de ese estar a los pies del Maestro de la eucaristía, ese aparente perder el tiempo con Jesús, ese escuchar una y otra vez que el Señor nos pregunta “¿Tú, me amas?”. Y nuestra respuesta al amigo y confidente es una sola: “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero”.

 

 

P. Julio Merediz


 

 

Oleada Joven