Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35

martes, 18 de mayo de
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 "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros" 

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."
 
Palabra de Dios.
 

 
Reflexión: Monseñor Damián Bitar | Obispo auxiliar de la Diócesis de San Justo 
 
Comienzan las palabras de despedidas de Jesús, que hemos escuchado en este texto del Evangelio. Sabemos que todas las palabras son importantes, mucho mas estas, por que son como  las palabras de su testamento. De alguna manera  Jesús quiere dejar grabado a fuego lo esencial. Lo mas importante para que sus discípulos de ayer, nosotros de hoy y los de siempre lo tengamos en cuenta.
Recordemos brevemente que es en este contexto en donde Jesús realiza ese gesto inaudito, solo reservado a los esclavos, de lavar los pies a los discípulos  y que hemos revivido el jueves Santo. Además en este contexto el Señor nos deja su mandamiento, el que nos identifica como discípulos suyos. La verdadera señal o el distintivo de los cristianos “Amansen los unos a los otros, como Yo los he amado”. Nos podemos preguntar ¿Por qué es nuevo este mandamiento?, si ya en el antiguo testamento aparecía en el libro del Levítico. Es nuevo por dos motivos, por que solo gracias a Jesús, a su entrega total, podemos saber todo lo que significa amar al hermano, amarlo hasta las últimas consecuencias. Por otro lado también es nuevo  por que gracias a la vida interior que el nos comunica, gracias a la donación de su espíritu podemos tener la fuerza para vivirlo con sinceridad y con verdad.
Les propongo una breve oración: 
Señor Jesús resucitado tú que con la victoria sobre la muerte haces nuevas todas las cosas, renueva nuestro corazón joven con la fuerza de tu espíritu para que podamos amar con la medida de tu corazón. Así ser parte, como decía el papa Benedicto, de la “revolución de Dios”, “la revolución del amor”. Quiero ser parte de ella, desde las pequeñas cosas o poniendo el amor al odio, la mansedumbre a la violencia, el perdón a la venganza, la paz a la enemistad.
 

 

Oleada Joven