Evangelio segun San Lucas 6, 12-19

martes, 26 de octubre de
image_pdfimage_print

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra de Dios


Monseñor Alberto Fernandez | Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de los apóstoles Santos Simón y Judas Tadeo.
En el Evangelio proclamado el evangelista San Lucas nos presenta a Jesús en oración, dice que se retiró a la montaña y pasó la noche entera en oración con su Padre. Así Jesús, verdadero Dios, pero también verdadero hombre, tiene esa fe de Dios, y por eso encuentra esos largos tiempos de intimidad con su Padre, donde se siente escuchado, donde dialogan, Él puede dar gracias y pedir. Cuánto bien nos hace ver a Jesús en oración, también a nosotros la oración nos hace bien en la vida, porque podemos sentirnos escuchados y amados por Dios, porque podemos contarle nuestras preocupaciones y darle gracias por tantas cosas que nos van pasando en la vida.
 
En el Evangelio de hoy podemos comprender a Jesús por lo que después hizo en ese día, cuál había sido la intención de esa oración tan intensa, tan profunda de toda una noche. El encuentro, el diálogo con su Padre, había sido sobre la elección que estaba por realizar, porque elegía a los doce discípulos llamándoles apóstoles, llamaba a los que iban a estar con Él, a convivir juntos, es decir, sus amigos, sus más íntimos.
 
Queridos jóvenes, a ustedes también, hoy el Señor sigue llamándolos, eligiéndolos para ser sus amigos. Por eso debemos estar atentos para que su mirada, su llamada no pase de largo, siempre, pero en especial esta etapa de la vida que es la juventud, debemos estar abiertos al llamado de Jesús, allí en la parroquia, en el cole, en el barrio, donde te encuentres, llama Jesús, a quien quiere y cuando Él quiere. Para esto no se necesitan ni títulos, ni estudios, ni una vida religiosa práctica, sólo se necesita un corazón abierto, dispuesto a escuchar el llamado del Señor. Él te puede estar buscando para que lo sigas al estilo de los apóstoles, es decir, con una entrega total de la vida; vos sabés como los discípulos Pedro, Santiago, Juan, Pablo y tantos, dejándolo todo lo siguieron. Es cierto que no es fácil tomar una decisión para toda la vida, ni se hace de un momento para el otro, es necesaria la ayuda, en primer lugar, de la oración profunda, como la de Jesús en el Evangelio de hoy.
 
Cuánto bien hace la cercanía de un sacerdote, de una amiga, de alguien de tu familia, de un seminarista, cuánto se valora la posibilidad cercana de un director espiritual; qué ayuda grande puede ser el sacerdote, el vicario, el párroco, el capellán de tu colegio, para contarle lo que te está sucediendo.
 
¿Viste cómo quema el corazón cuando el Señor te llama, se hace como algo irresistible interior que no lo podés parar? Cuántas veces en una misión, o visitando casas, o como voluntario en una actividad solidaria, o visitando a los enfermos, o haciendo jugar a los niños, o enseñando en la catequesis, sentís algo tan hermoso como el llamado del buen Dios. Cuánto ayuda una espiritualidad centrada en la Palabra de Dios, una vida sacramental, viviendo en los grupos juveniles una presencia constante, esos deseos de hacer algo por los demás, son todos medios que utiliza el Señor para que nosotros podamos discernir a qué nos llama en esta vida, por qué hemos sido creados. Los ojos del corazón nos abren a horizontes maravillosos, cuando no dejamos de asombrarnos ante personas que con su ejemplo, nosotros queremos imitar, por su alegría, su entrega, la servicialidad que tienen, la hombría, lo femenino que se muestra, el coraje, como la vida de la Madre Teresa de Calcuta, o la vida del Papa Juan Pablo II, la de Maximiliano Kolbe, y la de tantos testigos del amor de Dios, el cura Brochero, el obispo Angelelli, Ceferino Namuncurá.
 
Dios quiera que vos también te dejes mirar y tocar por Jesús, y si te llama desde un serio discernimiento y una responsable libertad puedas responderle para que vos también, como concluye el Evangelio de hoy, al estilo de Jesús, un día como sacerdote, o como religiosa, o en tu matrimonio te dejes tocar por muchos que andan sedientos de esa fuerza que es la única capaz de darles vida plena; y por eso lo buscaban a Jesús, como hoy buscamos a tantos curas, sacerdotes, matrimonios ejemplares, que nos ayuden a tener una vida que tenga razón de existir.
 
 
 
 
 
 
 

 

Oleada Joven