Dicen que los tiempos de Dios no siempre son los nuestros, y que "la paciencia es una virtud que se cultiva". Pero vaya que hay que plantarla, regarla, y cuidarla. ¡Cuesta mucho! Y cuesta porque con una cosa u otra, siempre nos gana la ansiedad: esa sensación de no aguantar más el momento o lugar presentes y tener ganas de adelantarnos hacia un punto futuro en el tiempo. A veces, tal vez un poco de ansiedad nos motiva y entusiasma; pero en muchos momentos nos carcome la cabeza. De repente nos hayamos pensando solamente en que quisiéramos poder apurar las cosas, adelantar los tiempos, y nos empezamos a sentir intranquilos, enojados, frustrados, cansados de estar en donde estamos.
Conversamos con el P. Marcos Aguirre, sacerdote salesiano, sobre el tema. Surgieron varios subtemas a tener en cuenta, como la importancia de distribuir los tiempos y las energías en diferentes actividades por más que en cierto temas primen algunas sobre otros. Por ejemplo: en el caso de los universitarios, las vida es mucho más que los exámenes y la facultad… sólo pensar en libros, generera mayor ansiedad por recibirse, cuando hay muchas otras cosas que van contribuyendo al ser profesional.
Además, el P. Marcos nos invitó a pensar en procesos. Los jóvenes solemos querer todo ya y rápido, pero la mayoría de las cosas de la vida implican procesos y es importante respetar esos tiempos porque muchas veces por adelantarnos terminamos destruyendo eso que anhelábamos o destruyéndonos a nosotros mismos.
"Esperar en Dios" ahí está la clave… si nosotros creemos en un Dios que es Padre bueno, que sabe lo que necesitamos, que dispone de todo para bien de los que ama, entonces podemos vivir confiados. Enfrentar el futuro con pasión y a la vez con confianza, sabiendo que Él vela por nosotros, y que cuando sea el momento indicado se va a dar eso que tanto esperamos.
Ven Espíritu Santo , y enséñame a esperar.
Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente, enséñame a esperar.
Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para el otro, enséñame a esperar.
Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente, enséñame a esperar.
Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo, enséñame a esperar.
Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra, enséñame a esperar.
Para que no le exija a este día lo que no me pueda dar, enséñame a esperar.
Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio, enséñame a esperar.
Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan, para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca poco, ven Espíritu Santo, enséñame a esperar. Amén!
Víctor Manuel Fernández
Si querés escuchar el programa y así conocer más acerca de la charla que compartimos con el P. Marcos Aguirre, hace click en el reproductor debajo del título.
Otros contenidos de La Oleada