A veces pasan en la historia cosas tan irónicas y cambios tan bruscos en la gente, vieron por ejemplo en un primer momento había gente que osaba cuestionar la historia de vida de nuestro Papa Francisco y que lo consideraba colaboracionista de la dictadura militar del 76, algo gravísimo que sin embargo nunca llegó mas allá de acusaciones periodísticas panfletarias y livianas de gente afín al gobierno y que encima jamás llegaron a la justicia. Miremos no obstante que esas acusaciones son infundadas por ejemplo esa foto falsa donde decían que se veía al Papa Francisco dándole hace muchos años la comunión al represor y genocida Rafael Videla, ex presidente de facto de Argentina. Sin embargo, pensemos, ¿cuál es la actitud que debe tener un cristiano ante gente que ostenta el poder y que incluso podría ser un tirano? Veamos cómo los evangelios relatan que San Juan Bautista, de quien Jesús dijo que era el más grande entre los hombres, era muy conocido de Herodes, hijo de aquel Herodes que había decretado el degüello de los Santos Inocentes. ¿Es que acaso alguien osaría juzgar a San Juan Bautista por estar tan cerca de un tirano hijo de un represor y genocida de los primeros tiempos del cristianismo? Paradójicamente los más acérrimos enemigos y contrarios a Jesús estuvieron donde uno menos lo hubiera imaginado. El mismo Señor dice sobre esto que “un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa” (Mc. 6,4). Miremos también cómo entre los doce apóstoles de Jesús, podríamos decir en el grupo más selecto y fundacional de la historia de la Iglesia de Cristo, no dejaba de haber un traidor como lo fue Judas, que vendió a Jesús por 30 monedas de plata, y a quienes lo vendió no fue sino a los Sumos Sacerdotes, urgidos por ver al Señor colgando de un madero. Y quien terminó por decidir la muerte de Nuestro Señor Jesucristo no fue sino el mismo pueblo donde Él había realizado todos sus milagros y pronunciado toda su enseñanza. El instinto de cualquiera supondría que si alguien querrría eliminar a Jesús no sería otro que Herodes, hijo de aquel otro Herodes tan acuciado por soterrar la esperanza en el Mesías que manda matar a todos los niños menores de 2 años en la matanza de los Santos Inocentes, pero hete aquí que Herodes no parecía estar tan en contra del Mesías. Él apreciaba a San Juan Bautista al punto que San Marcos en Mc. 6,20 dice: “Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo.” No fue sino por una promesa hecha a Herodías que decide con pena darle muerte y cortar su cabeza. También es casi conmovedor leer en los evangelios cómo Poncio Pilatos, del que se dice en Lc. 13,1 que “había mezclado la sangre de unos galileos con los sacrificios que ellos ofrecían”, procura salvar a Jesús de su destino de muerte en vez de al sedicioso y homicida Barrabás. Acá la cordura parece haber estado más del lado de los poderosos y tiranos en vez de en el pueblo, los sacerdotes e incluso entre los mismos apóstoles, que huyen despavoridos al ser Jesús atrapado y entre quienes estaba el mismo que lo entregó. Mi punto es que a veces no se puede ser tan salomónico, y que debemos entender que es Dios el que juzga y el que sondea los corazones. ¡Muchas gracias!