Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4a.

lunes, 6 de mayo de
image_pdfimage_print

Cuando venga el Protector que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio de mí, pues han estado conmigo desde el principio. Les hablo de todo esto para que no se vayan a tambalear. Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquiera que los mate pensará que está sirviendo a Dios. Y actuarán así porque no conocen ni al Padre ni a mí. Se lo advierto de antemano para que, cuando llegue la hora, recuerden que se lo había dicho. No les hablé de esto al principio porque estaba con ustedes.

 

Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: P. Maximiliano Turri


“Los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí”


Con estas palabras Jesús prepara a los que han de ser sus seguidores, aquellos que habiendo dejado las redes lo siguieron (Mt 4, 20; Mc 1, 16).
El Señor nunca nos prometió caminos sencillos. Seguirlo a él significa asumir que tendremos momentos en los que nos parece inclusive que nos ha abandonado o que ya no está de nuestro lado. Seguir sus pasos y conocer cuál ha sido su suerte, nos hace entender que nuestro camino no será muy distinto.


Compartir la vida con los que nos rodean es muchas veces caer en la contradicción y quedar desubicados. Es muchas veces sentirse “fuera de moda” o que no encajamos. El evangelio, y su mensaje, nunca se acomodaron a los tiempos. Son los tiempos los que deben ser cuestionados y así reflexionar si nuestra vida se parece al evangelio.


Nosotros somos los que debemos estar mirando al Evangelio y con humildad dejarnos transformar.
Es el Espíritu Santo el que nos transforma y nos hace cambiar el modo de vivir, de comportarnos y de actuar.


El Espíritu Santo nos haga valientes, intrépidos y atrevidos a la hora de anunciar que Jesús está vivo. Que creemos en Dios. Que ha muerto y ha resucitado y que nos pide demos testimonio en el lugar donde estemos. Jesús necesita de tu testimonio para que muchos crean en Él y puedan llegar a la Vida que quiere compartirnos. Valen las palabras de San Pablo: “proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable” (2 Tim 4, 2)
No nos cansemos de compartir la fe, no tengamos miedo y que no nos de vergüenza. Dios nos da su fuerza, su Vida y la energía para ser testigos en el mundo de hoy.


Hoy podemos hacernos juntos algunas preguntas que nos pueden ayudar: ¿A dónde te toca anunciar que Él está vivo? ¿En qué lugar se te hace más difícil? ¿Sentiste alguna vez la felicidad de no haber tenido vergüenza?


¡Que tengas un hermoso día y que Dios te bendiga!

 

 

Oleada Joven