¡Ven Espíritu Santo!

jueves, 9 de mayo de
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Si tuvieras que contar a un amigo o amiga cómo experimentas tú la presencia del Espíritu Santo en tu vida, ¿Qué le dirías?. Eres consciente de estar habitado(a) por Él. Reconoces su presencia, su acción, sus dones, sus frutos… Él es esencialmente Vida, Aliento de Vida, Amor, Acción, Comunicación, Conocimiento, Consolación, Verdad, Inmanencia y sobre todo Presencia Creadora.

¿Qué quiere decir todo esto?

Que cuando te admiras de la belleza de las montañas, del mar, de las flores, de los animales, del universo, estás contemplando la Obra creadora del Espíritu.

Que cuando vives momentos de verdadera amistad, de solidaridad, de compartir la vida, los dones, el tiempo y experimentas que amar y ser amado es lo mejor que nos puede pasar como seres humanos, estás saboreando su acción amorosa.

Que cuando sufres y no claudicas; cuando te rebelas ante la injusticia, la mentira o el egoísmo a tu alrededor; cuando tus oídos, tus ojos, tus manos, tus pies no sólo buscan tu propio bienestar, sino que oyen, ven, trabajan, buscan a los demás seres humanos y quieren hacer el bien en todo momento; estás siendo consolado, conducido y enseñado por el Espíritu.

Y si a pesar de los sufrimientos tuyos o de tus seres queridos, tienes esperanza; o si al oír las noticias de cada día, brota en ti el deseo de seguir confiando, de seguir esperando, de construir un mundo mejor, más fraterno, más humano y solidario; entonces el Espíritu está empapando tu vida.

 
 
 
Si vas encontrando un sabor único y especial en lo sencillo, en lo pequeño, en los detalles de la vida cotidiana, cuando cumples con tu deber, cuando miras a los ojos con sinceridad a quienes tratas todos los días y los descubres como un don, como regalo, como compañeros de camino; entonces el Espíritu te está descubriendo los secretos de la felicidad, en el aquí y el ahora.

Cuando te descubres lleno(a) de esperanza, de sueños, de sentidos y ganas de vivir, es el Espíritu moviéndote desde dentro.

Y cuando todo se hace oscuro y parece que las fuerzas se acaban, que estás a punto de tirar la toalla y a pesar de todo te fías de Dios, de su bondad, de su providencia que aparece como menos lo imaginas, cuando aprendes a ponerte en sus manos y le descubres en la noche más oscura, cuando todo se había derrumbado, entonces puedes dar fe de que Dios es Amor y eso nos basta.

Y cuando desde esta certeza puedes consolar, sostener y animar a otros, no hay duda que el Espíritu de Amor ha sido derramado en tu corazón y en tu vida.
 
 
Fuente: encontraradiosentodaslascosas.blogspot.com
 

 

 

Oleada Joven