Evangelio según San Juan 16,20-23a

jueves, 9 de mayo de
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"En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo. La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura se olvida de las angustias por su alegría tan grande; piensen: ¡un ser humano ha venido al mundo! Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo. Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre se lo concederá."

 

Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: Monseñor Eduardo Martín | Obispo de la Diócesis de Río Cuarto

 

Amigos queridos hoy en el Evangelio Jesús nos invita a la oración confiada al Padre de los cielos en su nombre. Les aseguro nos dice: Todo lo que pidan al Padre, Él se los concederá en mi nombre.
Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan, y recibirán y tendrán una alegría que será perfecta.
Para vivir como cristianos es necesario orar, más aun es necesario orar para vivir como seres humanos.
 

La oración es conciencia de la dependencia total de Dios que se traduce en súplica. Es en la oración, en el mendigar sincero a Dios que se juega más profundamente nuestra libertad. Es el instante más lucido de nuestra jornada, pues implica reconocer que todo esta en las manos de Dios y que sin él, nada podemos hacer, ni mucho ni poco, nada.
Es el instante más agudo de nuestra jornada, pues se hace conocer que el sentido de todo lo que somos y hacemos es Cristo.
Una de las formas más bellas para definirnos es esta: Ser mendigos de Cristo y de su gracia.
El Padre nunca dejara de darnos lo que le pidamos, siempre y cuando eso que le pedimos sea lo que nos conviene a nuestro bien, pues nadie como el Padre Dios quiere nuestra felicidad.
 

Tres condiciones para que nuestra oración sea escuchada y llene nuestra alma de alegría perfecta:
1) Humilde: Pues nada merecemos, a de llevar en el fondo el deseo de que se cumpla en nuestra vida la voluntad de Dios y no la nuestra.
2) Confiada: Pues Dios es nuestro Padre y quiere nuestro bien.
3) Perseverante: Pues Dios ve en eso, el deseo verdadero.

Jóvenes anímense a vivir la vida como un camino de oración. Pues vivimos como oramos y oramos como vivimos. Hasta la próxima! Si Dios quiere.

 

 

 

Oleada Joven