Acomodar el placard para el invierno

jueves, 16 de mayo de
image_pdfimage_print

Entrado el otoño, las temperaturas comienzan a bajar y llega el momento de pararse y buscar en cajones o altillos la ropa de invierno. Me pasó este año, quizás lo que me pasa siempre, pero lo viví desde otro lugar. Decidir ordenar el placard es un modo de ordenar la propia vida: quitar la ropa de verano que ya no responde a lo que mi cuerpo necesita, y reencontrarme con “mis cosas de invierno”.

Me dio una alegría linda descubrir mi ropa de abrigo, la misma de siempre, la que me acompaña cada año y la que en cierto modo habla de mi estilo personal. Fue recordar tantos lugares recorridos, aventuras (exteriores e interiores), desafíos y crecimiento reflejado en algunas imágenes en mi Facebook / Instagram de éstos últimos años.

Y me hizo acordar al evangelio. “Todo lo de antes pasó. Yo hago nuevas todas las cosas” (Apoc 21). Por más que muchas cosas sean las mismas de siempre (la ropa en este caso), Dios sigue conduciéndome por caminos siempre nuevos: desafiantes y desconocidos.

Ordenar el placard es comenzar a distinguir qué de lo de antes ya no me sirve más, cumplió su ciclo (aunque me siga gustando) y es tiempo de que siga caminos con la historia de otra persona, y qué de lo viejo sigue cumpliendo su función. También descubrir qué necesita una renovación.

Y lo mismo pasa también en el corazón. Mirar el placar (el corazón) es también ver qué sentimientos, búsquedas y afectos siguen estando aunque pasen los años; qué sentimientos es necesario renunciar y dejar a un costado (broncas, envidias, nostalgias, “lo que no fue”) y cuáles gracias necesito renovar y pedir al cielo que me las regale (más profundidad en el amor, mayor sensibilidad con los dolores de los demás, más alegría, más esperanza para enfrentar el invierno, más constancia en la oración…) Ya lo decía Santa Teresita, “Dios siempre me ha hecho desear lo que quería darme”. El comienzo del invierno, también puede ser un tiempo para pedir con insistencia lo que necesitamos, para poder enfrentarlo con la fuerza de la esperanza y el calor del amor.

 

De nuestra redacción