Libres para amar

lunes, 20 de mayo de
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El don de la fe nos hace libres para amar. Es un regalo porque, aunque es personal y supone nuestro asentimiento, es primeramente una oferta que no podemos inventarnos a nuestro antojo. Creemos lo que se nos anuncia y comunica como Buena Noticia; nuestra fe es la fe de Jesús y de la Iglesia, es una celebración atravesada por la ternura y el asombro.
 
Y es que el centro de la fe no son nuestras disquisiciones. Mucho más importante que creamos en Dios es que él cree en nosotros, nos llama, nos salva, nos invita y nos recrea.
 
Creemos en Dios Padre que nos da la vida, que quiere la justicia y la igualdad, que ama con predilección a los pobres, que reúne a su pueblo y que camina con nosotros en la búsqueda de la tierra prometida.
 
Creemos en Jesús, nuestro hermano, Palabra de Dios hecha carne. Creemos que la última palabra no es la de Pilato ni la de los opresores, sino la del pueblo que camina y celebra la resurrección: triunfo del Dios de la vida.
 
Creemos en el Espíritu de Jesús que actúa en la pobreza, la impotencia, ignorancia, debilidad, dolor y persecución para construir un mundo de fraternidad, de justicia y amor.
 
Creemos que este Espíritu está presente en el mundo y que guía a la Iglesia, comunidad de Jesús, para ser asamblea profética, misionera, liberadora y comprometida. ¿Cómo participar más activamente de este misterio?
 
“La rosa es ella.
Y, sin embargo,
solamente es la rosa
si la cantamos”.
 
Pedro Casaldáliga
Fuente:cantandonuestraesperanza.blogspot.com