m´jo cura -(mi hijo cura) no se lo pierdan es muy bueno –

miércoles, 22 de mayo de
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Padre, le traigo a m´hijito.
le dejo mi alma, ¡canejo!
lo que le cuesta a este viejo
lo sabe el cielo bendito.
es ya un mozo grandecito;
tengameló con usté.
Antiayer lo desteté;
la madre quedó en el pago
bebiendo a solas, de un trago,
las penas que le diré.
 
Yo soy paisano del Trenque,
al ladito ‘e pehuajó.
a mi naides me manió
ni cabrestié en el palenque.
Yo no conozco el rebenque,
soy más libre que avestruz,
pero agaché la testuz
con el hocico hasta el suelo
cuando me vino del cielo
el guascazo de la cruz.
 
Resulta que mi gurí,
a pesar de ser tan pollo,
era retrato de un criollo
dende chiquito lo vi
el orgullo de su tata.
No deshonra la alpargata
ni el sudor de cada día…
¡desgraciada fantasía
hay que ver cómo me trata!
 
Lo veía, padre, le juro,
asentársele a un tobiano;
lo veía gaucho baquiano
y de aguante en un apuro.
Se lo dice Pancho Luro,
Padrecito, creameló
y… como Dios me lo dio
pa’ alegrarme de un repente,
para tráilo con su gente
áhi no más me lo quitó.
 
 
Yo me lo quise paisano,
yo me lo quise pa´mí,
pero Dios dijo: “no ansí
hai de ser y… de la mano
 me lo llevo. Será en vano
que digás ‘¡ una locura!´
tu pichón será mi cura
y, aunque vos no lo querás,
es tu Dios quien manda más:
yo Criador y vos criatura”.
 
¿Usté no vido los teros
cuando dan con sus pichones?
si hasta parecen liones,
al menos por bochincheros.
Mesamente hice, aparcero,
en defensa del pichón.
Hasta creo que el facón
contra el cielo levanté.
Más de una vez blasfemé:
¡Dios no tiene corazón!
 
Endeveras que fui malo.
El amor de mi cachorro
me hacía estirar el morro
y andar duro como un palo.
“Tata, viejo, acorrálalo
-decía m´hijo llorando-
es mandinga merodiando
que no te deja pensar.
Se comienza por amar
a quien dio su vida amando”.
 
Yo no estaba pa´razones
¿m’hijo cura’ ¡que pecao!
¡que se vaya el desalmao
sin mirar los corazones
de sus viejos cincuentones!
Dios no tiene las entrañas
del gaucho de la campaña…
¿pa’qué me lo da si luego
me lo saca del apego
y lo lleva a tierra estraña?
 
La pobre vieja lloraba.
nunca pensó en su concencia
Que Dios tuviera esigencias
como aquella que palpaba.
Hasta el jugo de las tabas
se le escapó por los ojos.
estaba siempre al remojo,
como quien dice, compadre.
Las lágrimas de una madre
pinchan más que los abrojos.
 
No había resignación;
nunca la podía haber.
El gaucho sabe tener
sangre en el corazón.
Pero llegó la ocasión
pa´vencer en el empeño.
Pasó una noche, en un sueño;
resulta que vi soñando
una mano señalando
A Cristo en el santo leño.
 
“¡Ingrato! ¡Paisano ingrato!
me dijo una voz terrible.
¿Sotreta, será posible
que tengás alma de gato?
te parece muy barato
lo que costó tu rescate
que áhura hacés el disparate
de negar tu propio hijo
al que jue demás prolijo
cuando andabas jaque mate?”
 
“¿Ves esa cruz, ese palo?,
áhi está m’hijo, canejo.
no mezquinó su pellejo
pa’ rescatarte del malo.
Hacé la prueba imítalo,
gaucho cobarde y mezquino.
Este es m´hijo divino,
el pichón tu hijito humano.
Hacé que se den la mano
ya que harán igual camino”.
 
Calló Dios y desperté.
Un gaucho a moco tendido
es lo mesmo o parecido
a una cosa que yo sé.
El caso jue que lloré
y la leción jue aprendida
a sopapos con la vida.
Tata Dios tenía razón:
¡Si le sobró corazón
pa’ ganarme la partida!
 
Aquí me ve, Padre cura,
Con m’ hijito, agarreló,
que apenitas puedo yo
soportar tanta amargura.
Mi condición es muy dura
pa’ poderlo comprender,
pero ansí nomá hái de ser
si lo dice nuestro Tata.
Pa´ no meter más la pata
es preciso obedecer.
 
Yo le compré la ropita,
en ese bulto la tiene.
cien patacones al nene
le di por si necesita.
Salimos de mañanita
con boleto de segunda
entre el llanto ‘e segismunda…
¡Que va a hacerle si es su madre!
usté me comprende, Padre,
al final tuito se junta.
 
Tomeló, Padre, lo dejo.
está metido en el baile.
Hagaló un bendito fraile
de los de cencia y consejo.
Hagaló gueno, canejo,
santo hasta la sepultura.
fabriqueló de la hechura
de los santos del Señor
y… ¡salú, Padre Retor!
¡Hasta siempre, m’ hijo cura.
Monseñor Juan Martin Aguirre
 

 

Cristian Contreras