No te quedes inmóvil al borde del camino

domingo, 26 de mayo de
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Me encuentro con personas que me hablan de la necesidad de tomar decisiones, de dar pasos, de hacer opciones de vida, de proyectos de futuro y de ilusiones. Todo ello,  unido  de manera irremediable a la indecisión, la duda, la incertidumbre o el miedo.

Qué complicado es caminar, qué difícil es coger el bastón cuando no se revela la meta, qué absurdo parece avanzar a ciegas, con la única certeza de que ya has entregado “el cheque en blanco”, de que estás en Sus manos, donde no se puede derramar ni un sorbo de tu existencia.

 No nos podemos quedar inmóviles al borde del camino, no podemos congelar el júbilo propio del que se siente peregrino del mundo, buscador insaciable de caminos y caminos que fraguan la paz entre la vida y el deseo, no se puede retener al que arriesga incansablemente cada cartucho de ilusión y esperanza, porque es soñador de otros mundos, porque es alma libre que navega en pos de una vida vivida en abundancia.

 

No podemos reservarnos el mundo, ni un lugar tranquilo, porque nada nos pertenece, todo es don, y lo que no entregamos en gratuidad se pudre en cualquier rincón, porque cada camino que empezamos a trazar ya es parte importante del recodo del destino, porque… existen tantos motivos para gastar la vida y no “salvarse” en un lugar tranquilo, para echarse a andar, mientras se tenga un resquicio de luz asomando a través de los umbrales de nuestros miedos y anhelos, porque se puede mientras se tenga un poco de luz, y  arriesgar, siempre merece la pena.

 

… si contemplamos la figura de Abraham, que creyó en la promesa de su Dios, y salió, alumbrando cada paso con la certeza de ser un amado de Dios, de tener una promesa: la alianza inquebrantable con el que guarda toda alianza.  Simplemente decidió arriesgar y no quedarse inmóvil al borde del camino, esperando que las cosas ocurrieran solas, y aunque la promesa no siempre llega como o cuando deseamos, llega (del mismo modo le ocurrió a Abraham).

 

Arden en mi interior nebulosas confusas de  preguntas, mientras las respuestas se van sucediendo muy lentamente apagando el fuego, ¿cuál es exactamente mi promesa? ¿Tengo la suficiente confianza en mí misma para creer que realmente existe tal promesa?

Irremediablemente, hay que decidir, moverse o caducar, ser o estar, arriesgar o conservar…

Ánimo, compañero de camino y de destino, siempre habrá quien te coja de la mano en cada etapa del camino, jamás peregrinamos solos.

Fuente: buscandotushuellas.wordpress.com Autor: Teresa Narbona

Oleada Joven