Bendito seas, Padre,
que en tu infinito amor
nos has dado a tu Unigénito Hijo,
hecho carne por obra del Espíritu Santo
en el seno de la Virgen María,
y nacido en Belén
hace ahora dos mil años.
Él se ha hecho nuestro compañero de viaje
y ha dado nuevo significado a la historia,
que es un camino hecho juntos,
en el trabajo y en el sufrimiento,
en la fidelidad y en el amor,
hacia aquellos cielos nuevos
y hacia aquella tierra nueva,
en la que Vos, vencida la muerte,
serás todo en todos.
¡Alabanza y gloria a Vos,
Trinidad Santísima,
único y sumo Dios!
Juan Pablo II