Todo depende del corazon …

martes, 28 de mayo de
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Más que con la inteligencia tú piensas

con el corazón; con el corazón miras

a los hombres y a las cosas.

¡Lo observas todo con el corazón!

Las relaciones con los demás dependen

de tu corazón; defiendes con toda la inteligencia

y todas las fuerzas aquello que desea tu corazón.

 

Tu corazón escoge las ideas, la política,

el sistema por los que quiere combatir.

El corazón oscurece o ilumina la razón.

La regla que nunca falla para el corazón,

es el amor. Si tu corazón está lleno

de egoísmo y de desconfianza no encontrarás

nunca una senda de paz. Lo demuestra

el fracaso de todas las "mesas redondas"

y las interminables discusiones que se organizan

para tratar sobre la paz del mundo.

 

Los hombres no se aman y por eso

nunca llegarán a un acuerdo.

El único resultado conseguido

es un inestable equilibrio de poderes,

fundado en la mutua desconfianza.

Es mejor, pues, no hablar de paz

hasta que ella deje de significar, tan sólo,

un precario acuerdo internacional

montado sobre el cráter de un volcán;

o que no sea más que la convivencia,

sin amor ni ternura, en una misma casa.

 

La paz, la alegría y la felicidad en el mundo

no brotan de la razón, son la conquista del corazón.

Una sociedad puede llamarse cristiana,

socialista, comunista o maoista…

Estará, en cualquier caso, viciada

hasta que el corazón del hombre

no rinde en ella sano de raíz.

Una tarea fundamental para cada hombre:

¡El cultivo de su corazón!

 

A fuerza de cartas, de llamadas telefónicas,

de conversaciones, he entrado en la jungla

donde los hombres se humillan, se torturan

y se empujan a la desesperación.

La jungla donde se manifiestan los más bestiales

instintos del hombre: codicia, abuso de poder,

deseos abyectos, orgullo, celos, violencia…,

todas aquellas cosas que Jesús señaló

como raíz de todos los males.

 

Cuando, impotente, me siento cerca

de las numerosas víctimas que, agotadas

y al borde de sus fuerzas, quieren terminar

con la vida, me dan ganas de gritar

en ese desierto espiritual:

"Hombres, volved a vivir humildemente,

volved a las cosas sencillas de la vida,

a la alegría, a la bondad, a la amistad".

 

Padre Phil Bosmans

 

 

 

 

Emanuel Almirón