Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!» María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.
Palabra de Dios
P Guillermo Feldmann Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Quilmes
Hoy nos unimos a todo la Iglesia en esta festividad de la Visitación de María a su prima Isabel. El Evangelista Lucas es el encargado de narrar este acontecimiento en un momento especial para María e Isabel: las dos están embarazadas y Dios ha tenido mucho que ver con esta situación.
Por la intervención de Dios, Isabel una mujer entrada en edad y estéril queda embarazada haciendo realidad su sueño y anhelo más profundo: tener un hijo de sus entrañas y de la misma manera por la intervención de Dios y por obra y gracia del Espíritu Santo, María dará a luz a Jesús nuestro Salvador.
No cabe duda que la vida de estas mujeres estaban llenas de la presencia de Dios y esta presencia se había transformado en una Buena Noticia y como toda Buena Noticia no pudieron callar lo que habían visto y oído.
Así también pasa en nosotros, cuando uno deja que Dios intervenga en la propia historia y lo ama con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu, Dios mismo es quién nos impulsa para transformarnos en testigos y discípulos.
Dios invade de tal manera nuestra vida, que como dice San Pablo comenzamos a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús y comprendemos que todos nuestros proyectos se pueden resumir en una sola palabra: AMAR.
Lo podemos ver claramente en la actitud de María cuando en el Evangelio se nos dice que partió sin demora a ponerse al servicio de su prima Isabel. Así es cuando nos dejamos invadir por el amor de Dios, me exige salir de mí mismo y de mi comodidad para ir al otro que me espera, que me necesita.
El amor es servicial y tiene la capacidad de transformarlo todo. Creo que es una buena oportunidad para dejarnos iluminar por la Palabra y pedirle a Jesús que quite de nuestra vida todo egoísmo, toda comodidad y que podamos descubrir que siempre hay más felicidad al dar que al recibir.
Tomás Kempis en su libro Imitación de Cristo dice:
Quien ama corre, vuela; Vive alegre, está libre Y nada le entorpece. A quien ama, nada le pesa, Nada le cuesta, Emprende más de lo que puede. El amor esta siempre vigilante E incluso no duerme. Sólo quien ama, Puede comprender la voz del amor.
Que el amor sea fuente de inspiración para todos tus pensamientos y de todo lo que emprendas. Amén.