Evangelio según San Lucas 9,11b-17

viernes, 31 de mayo de
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Pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos. El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.» Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?» De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.» Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron.  Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos.

 

Palabra de Dios

 

 


P. Raúl Gomez sacerdote de la Parroquia Santa Rosa de Lima de la Diócesis de Mendoza

 

Nuevamente nos congrega esta solemnidad Cuerpo y Sangre de Cristo. Que para nosotros es un modelo a seguir, mirar y contemplar. La grandeza de Dios a través de de esta presencia tan simple de Pan y Vino. Que se convierte en Cuerpo y Sangre de Cristo.


Para nosotros descubrir a Dios cercano, un Dios que se hace alimento, es fundamental. Ya que, es la plenitud de nuestra vida cristiana; la que tiene que centrarse en la eucaristía.


La Eucaristía como modelo, como fuente, como culmen de nuestra vida. La Eucaristía que nos permite dejar entrar a Jesús, en nuestro corazón. Sobre todo, ser portadores de una presencia plena, como la de Cristo.


Recordando las palabras del apóstol San Pablo, cuando dice: “nosotros somos una vasija de barro que llevamos un tesoro extraordinario”. Eso es lo que no tenemos que perder de vista. Por eso, la Iglesia nos invita, a contemplar, a descubrir la grandeza de la eucaristía.


En el evangelio de San Lucas, podemos descubrir, cómo el Señor ha querido que los discípulos, de alguna manera, le den alimento a toda esa multitud que esta congregada en torno a su presencia. Sobre todo buscando en él, la fortaleza, la salud, la confianza. Esa multitud que lo seguía de un lugar a otro, pero seguramente en lo profundo buscaba esa comunión plena con Jesús. Es allí en donde, Jesús hace la experiencia e invita a los discípulos que hagan la experiencia de ser ellos que compartan el pan. De ser ellos que compartan la presencia de Cristo entre la multitud.


Como dice el evangelio de Lucas: “repartieron a todos el alimento necesario. Después de que Jesús pronunció la bendición mirando al cielo, y dice después, se juntaron doce canastas. Con la cual, los discípulos pudieron ese alimento para seguirlo repartiendo, para seguirlo distribuyendo”.


Esa es nuestra misión de discípulos, de creyentes, de cristianos. Repartir el pan, compartir el pan de Cristo. Es decir, de compartir a Cristo que está entre nosotros, ese Cristo que para nosotros es fuente y culmen de nuestra vida. Por eso concluyo recordando que entre sacramentos, la Eucaristía es justamente, es la cima del amor de Dios. Ya que, el mismo Cristo quien se hace presente, quien se ofrenda por amor a cada uno de nosotros y que, se deja de alguna manera, se ofrece como alimento para cada uno de nosotros. Pidámosle entonces, en este día al Señor para vivir intensamente esta solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo.

 

Oleada Joven