Evangelio según San Marcos 12,1-12

lunes, 3 de junio de
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Jesús entonces les dirigió estas parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y construyó una casa para el celador. La alquiló después a unos trabajadores y se marchó al extranjero. A su debido tiempo envió a un sirviente para pedir a los viñadores la parte de los frutos que le correspondían. Pero ellos lo tomaron, lo apalearon y lo despacharon con las manos vacías. Envió de nuevo a otro servidor, y a éste lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó a un tercero, y a éste lo mataron. Y envió a muchos otros, pero a unos los hirieron y a otros los mataron. Todavía le quedaba uno: ése era su hijo muy querido. Lo mandó por último, pensando: «A mi hijo lo respetarán.» Pero los viñadores se dijeron entre sí: «Este es el heredero, la viña será para él; matémosle y así nos quedaremos con la propiedad.» Tomaron al hijo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. Ahora bien, ¿qué va a hacer el dueño de la viña? Vendrá, matará a esos trabajadores y entregará la viña a otros.» Y Jesús añadió: «¿No han leído el pasaje de la Escritura que dice: La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra principal del edificio.Esta es la obra del Señor, y nos dejó maravillados?» Los jefes querían apresar a Jesús, pero tuvieron miedo al pueblo; habían entendido muy bien que la parábola se refería a ellos. Lo dejaron allí y se fueron.


Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: P. Maximiliano Turri



La parábola que Jesús enseña hoy es una oportunidad para recordar todo lo que Dios hizo y sigue haciendo para que los hombre descubramos el amor que nos tiene. Enviar a tantas personas hasta llegar a enviar a su hijo, es una manifestación que nos entregó todo para que nosotros lo descubramos y lo aceptemos sin miedo. Todo lo que Dios hace lo hace para que descubramos ese amor, esa búsqueda constante que tiene por cada uno.


Pero a su vez, en el evangelio se muestra el misterio que los hombres poseemos ante la respuesta negativa que damos. Pareciera que a veces mientras más nos muestra su amor, más nos cuesta aceptarlo. Se nos ha instalado la desconfianza y cada vez más nos cuesta creer que sí, que es cierto, que nos ama y que no se cansa de mostrarlo con lo que hace por cada uno.


Ahora, ¿por qué será que dudamos tanto de su amor? ¿Por qué será que siempre nos relacionamos con Dios desde el miedo? ¿No será que trasladamos la forma de relacionarnos que tenemos entre nosotros a la forma de relacionarnos con Dios? Nosotros nos tratamos desconfiando y así creemos que debe ser con Dios.


Necesitamos pensar cada tanto cómo es que nos relacionamos con Jesús. Cómo es que vivimos la amistad con Él. ¿Será el miedo? ¿Será la desconfianza? ¿O realmente creemos que poniendo en sus manos nuestras vidas, Jesucristo nunca nos va a dejar solos y que solamente en esa confianza plena está nuestra paz?


La Palabra de Dios nos ayude, a vos y a mí, a crecer en la amistad con Él. A confiarle cada día más nuestras vidas y a descubrir que es cierto, que en Jesucristo nuestras vidas están seguras. Que Él nos quiere felices y en paz. Algo que nos quiere regalar constantemente.
Que hoy puedas experimentar la presencia de Jesús en tu vida, ¡que tengas un hermoso día!

 

 

Oleada Joven