Evangelio según San Lucas 15,3-7

viernes, 7 de junio de
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"Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse."

 

Palabra de Dios

 




Reflexión: P. Guillermos Feldman, Sacerdote de la Dioócesis de Quilmes

 

Nos unimos a toda la Iglesia en esta festividad del Sagrado Corazón de Jesús y el Evangelio de hoy nos presenta esta pequeña parábola de la oveja perdida, que nos habla en pocas palabras de la Misericordia de Dios para con cada uno de nosotros, de la preocupación de Dios cuando nos perdemos o desviamos y de la alegría compartida cuando somos restaurados por su amor y volvemos a poner nuestro corazón en su corazón.

 


Uniendo esta Palabra a la fiesta del Sagrado Corazón uno puede descubrir a un Jesús que se compadece constantemente y sale a nuestro encuentro para hacernos saber que Dios está siempre con nosotros y nos quiere en serio.
Es un Evangelio que nos debe llevar a reflexionar en la actitud que tomamos con aquellos que se han alejado o están en situación de pecado … sabiendo que Jesús quiere también nosotros actuemos de la misma manera: desde el amor, desde la preocupación de saber que el otro también es mi hermano y de luchar para que en él también brille la gracia de la conversión.
Que seamos capaces de salir al encuentro de aquellos que nos necesitan, para que también puedan encontrarse con Jesús y que descubran que junto a él todo se transforma, nada queda igual y como nos recuerda la Palabra en la segunda carta a los Corintios, Capítulo cinco, verso 17: “El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un nuevo ser se ha hecho presente”.

 


Como seguidores de Jesús, no podemos ser indiferentes a esta verdad. Es nuestra tarea poder que todos los hombres conozcan el amor de Dios, sabiendo que el amor es la única vía que nos puede poner de nuevo en el buen camino. Esta conversión es según el Evangelio de hoy la mayor alegría del Señor.

Pidamos al Sagrado corazón de Jesús que nos conceda un corazón limpio como el cristal, dulce como la miel. Que nos conceda un corazón semejante al suyo. Amén.

 

Oleada Joven