Señor, aquí estoy, metido en un mundo confuso y tenso.
Este mundo, de los hombres en que vivo.
Esta sociedad agitada y nerviosa, cansada y dura
donde sólo viven y tienen derechos los fuertes.
Esta sociedad, Señor, llena de injusticias,
donde la ley de la picardía es
la mentira hecha verdad,
donde la ley de la selva es
el látigo hecho poder,
donde la ley del amor se
ha hecho ley de violencia,
donde la ley se ha hecho norma a base de abuso.
Aquí estoy, Señor, queriendo ser libre en mi utopía, amurallado,
cercado, perseguido, en callejón sin salida.
No quiero quedarme solo.
No quiero venderme a nadie.
Yo creo, Señor Jesús,
en la utopía que nos dejaste;
en la alternativa,
en el desafío de la comunidad.
Me resisto a vivir solo.
Yo busco, Señor, la solidaridad.
No me gusta, Señor Jesús,
algunas características de esta sociedad que he recibido.
No acepto sus sistemas, ni sus estructuras opresoras.
No quiero entrar en el juego de sus tentáculos.
Mi protesta, Señor, contra lo viejo, lo gastado.
Quiero ser libre. Quiero vivir desde mis raíces;
ser yo mismo; tener mi originalidad.
Quiero abrir y dar las manos a los hombres a mi paso;
hacer de la amistad la ley de mi vida;
hacer de la sencillez el clima para
vivir en fraternidad
Quiero abrir camino paso a paso
sin perder mi identidad.
Mi grito, Señor, es contra
la ley que esclaviza al hombre.
Recibe mi oración,
amén.
Anónimo