Mi deseo afiebrado, imperceptible,
de sentirme por Ti, abrazado…
Mi anhelo de vivir en simple fe,
como recuerdo de haberte,
alguna vez, saboreado…
Yo te creo, yo intento, yo escucho tu llamado…
¡Tal vez, te busco: deprimido o desesperado;
resentido o violentado;
pero, por lo menos: busco, intento;
con impulso activo, enérgico,
comprometido, y de tu lado..!
Te sigo, te descubro, caigo, me levanto…
¡Como Pedro, como Pablo;
como Agustín, como Magdalena, como Ignacio..!
¡Vivir por Ti, y renacer sano y salvo;
y desandar mis caminos errados;
y superar, en Ti, miedos y fracasos..!
¡Te deseo, te necesito, te amo;
te sigo, me asombro, y me desangro..!
Tu "puerta angosta", tus "renuncias",
y mis hartazgos…
Y todo mi ser que renace,
en la esperanza, de que mi pobre corazón humano,
entregado y llagado,
servirá de algo…
Para tantos hermanos,
que no ven para qué vivir;
para qué soportar tanto;
y que están muy cansados y angustiados…
¡Pero que vislumbran un amanecer,
un mañana, una esperanza, un cambio;
que les transmite, que les contagia,
este pecador; que, simplemente, es su hermano..!
P. José Luis Carvajal