Valoro aquello que me han dado.
Recibo la luz de cada mañana y la sombra que depara el cansancio de cada noche, con una plegaria silenciosa en los labios para que así mi corazón no se canse de seguir latiendo, haciendo fuerza por la vida, pulsando cada esperanza, recreando sueños y permitiéndome que el mundo me siga hablando en cada detalle.
Eduardo Casas