Cuando Dios nos visita

lunes, 23 de septiembre de
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Tocamos el gozo del Padre cuando recibimos la visita de su amor. Porque su amor nos visita; viene a nosotros.


“A los que lo reciben les da el poder de llegar a ser hijos de Dios”.
Recibimos su visita, cuando reconocemos que este amor, no sólo viene, sino que viene concretamente a nosotros. Para esto, es necesario tener un corazón agradecido, con el cual identificar las personas o situaciones a través de las cuales nos vino a visitar.

Cuando recibimos una visita, solemos reconocer la pequeñez de la casa, para lo grande que es (para nosotros) la persona que nos visita. Así, Isabel dice a María: “Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a visitarme”.

El gozo del Padre es visitar a sus hijos, y la grandeza de su amor, hace saltar de alegría el límite de sus pequeñeces (“Él miró con bondad mi pequeñez”, dice María).

En la visita de Dios, el desfasaje que se produce entre su grandeza y nuestra pequeñez, en vez de tristeza (como sugiere la visita del que nos tienta), nos trae saltos de alegría. Esta es la señal de haber tocado el gozo del Padre, y no tan solo nuestro límite.

Recibir su visita, es tocar su gozo de Padre, de llevar el amor a sus hijos.
El gozo del Padre es, por tanto, el “más de amor” que hay que desear y elegir.


Fuente: javieralbisusj.wordpress.com

 

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