Evangelio según San Lucas 16,19-31

sábado, 28 de septiembre de
image_pdfimage_print

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. 

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’. 

‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. 

Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’. El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’. 

Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’. ‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’. Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'”. 


Palabra de Dios


 

 


 

P. Raúl Gomez


Hola a todos chicos, jóvenes estamos acá, nuevamente congregados, en torno a la palabra del Señor. 


En este domingo el evangelio nos relata de San Lucas una situación, en donde, Jesús nos sigue mostrando el camino y el modo de vivir la fe y anunciar el Reino. Jesús, habla a los Fariseos y, les habla a través de una enseñanza, de una parábola. De un hombre rico, que se vestía de purpura y que se dedicaba hacer esplendidos banquetes. Y que afuera estaba, el pobre Lázaro que deseaba zacearse con el poco alimento que caía de la mesa.


En este evangelio, podríamos decir, que el Señor nos invita a ser generosos, a saber compartir. Que el evangelio no nos relata, que este hombre rico, haya sido una mala persona. Sino que él no supo compartir los bienes que había recibidos. Y por lo tanto, al cerrarse esta posibilidad de ayudar y asistir. Y sobre todo de descubrir, al prójimo. En este sentido en la persona de Lázaro le toca ir a un lugar, que no es un lugar de Dios, en lugar de los muertos. Mientras que al pobre Lázaro que yacía en la puerta con sus llagas, sus heridas. Que se acercaban los perros a lamer sus llagas. El pobre Lázaro recibe, la vida, junto a Abraham. Que para los judíos Abraham es la presencia del Reino de los Cielos, es decir, que el pobre Lázaro recibe, de parte del Señor, el premio de la Vida Eterna.


En este día, nosotros estamos también llamados, a preguntarnos. ¿Cómo es nuestra actitud, para con nuestros hermanos? ¿Si realmente somos generosos, si realmente compartimos lo que hemos recibido por parte del Señor? Sobre todo si hemos tenido una mirada misericordiosa, una mirada atenta a nuestros hermanos más humildes, más necesitados.


Pidámosle en este día, al Señor, que podamos compartir los bienes que hemos recibido gratuitamente de parte de Dios. Así como dice, San Pablo: “¡Ustedes han recibido gratuitamente den, también gratuitamente!” Esa es nuestra misión, dar gratuitamente lo que hemos recibido, de parte del Señor.


Pidámosle al Señor, que podamos tener una corazón amplio. No solo para recibir amor sino para amar, a tantos hermanos que necesitan de nuestra ayuda y, sobre todo del amor de Dios que se manifiesta, a través de nuestras vidas.


Bueno, que tengan una linda semana y que esta palabra, que el Señor nos regala nos ayude a seguir transitando por esta senda, que nos propone el Señor y marca el mandamiento del amor.


¡Que tengan una buena semana y que Dios los bendiga!

 

 

Oleada Joven