A vos, Ángel de mi guarda,
acudo hoy en busca de un especial favor.
Habiéndote puesto Dios por custodio
y protector mío, nadie como vos
conoce la miseria y las necesidades de mi alma
y los afectos de mi corazón.
Vos sabés el deseo que tengo de salvarme,
de amar a Dios y de ser santo;
pero, también sabés de mi inconstancia
y lo mucho que he ofendido a Dios
con mis faltas y pecados.
Vos, que sos para mí el guía más seguro,
un amigo fiel, un poderoso defensor,
alcanzame de Dios la gracia
de amarlo y servirlo fielmente
siempre.
Amén