El prójimo se hace próximo, es decir, cercano, cuando nos acercamos nosotros y en el modo en que nos acercamos nosotros.
Prójimo es aquel a quien yo «hago cercano» cuando no me quedo firmemente aferrado a mi lugar. Y en ese momento él nos siente «próximos», cercanos.
Dicho de otro modo: no somos nosotros quienes elegimos al prójimo, sino el prójimo quien nos elige, quien nos provoca.
El prójimo está más allá de nuestros libros, de las definiciones y las clasificaciones, de nuestros gustos y nuestras simpatías.
Para acercarse al prójimo hay que vencer una resistencia terrible. Todo en nosotros opone resistencia. Hay que superar algunas aversiones.
Amar quiere decir, precisamente, abolir las distancias. Y son distancias interiores, no expresadas en kilómetros.Para acercarnos tenemos que salir de nosotros mismos.
Quitar la cascara de nuestro egoísmo, ir contra nuestro bienestar privado, abandonar nuestros proyectos, dejar nuestros esquemas, salir de la tibieza de una religiosidad confortable y gratificante. Sólo así es posible encontrar al otro.
Fuente: Tras las huellas del Samaritano Autor: Alesandro Pronzatto