Evangelio segun San Lucas 20, 27-40

viernes, 19 de noviembre de
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En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano". Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella". Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos".

 

Palabra de Dios


Monseñor Eduardo Martín  Obispo de la Diócesis de Rio Cuarto



Continuamos desarrollando el Evangelio de San Lucas y aquí queridos jóvenes se presenta un caso muy particular: la ley de Moisés mandaba que, si una mujer enviudaba y no había tenido hijos con su marido, debía casarse con su hermano. Como había un grupo que no creía en la resurrección de la carne, le presentan a Jesús este caso en el cual una mujer se había casado con un hombre, no tuvo hijos, muere el hombre, se casa con el hermano y tampoco tiene hijos, muere el otro esposo y así, sucesivamente con 7 hermanos. Pues bien, le preguntan capciosamente a Jesús, "¿En la resurrección de quien va a ser la esposa del primero o del segundo?" y entonces de aquí salen dos grandes verdades. Dos grandes verdades que nos pueden ayudar en nuestra vida cristiana y a ustedes jóvenes que ya deben estar en la edad del noviazgo y pensando en un futuro matrimonio, o algunos ya pueden estar viviendo la vida matrimonial, nos dice que el matrimonio es hasta la muerte. El vinculo, la promesa que se realiza es hasta la muerte.



El matrimonio, el sacramento ata a los esposos con un lazo y con un nudo que solo la muerte puede desatar; por eso el matrimonio es la entrega de un hombre y una mujer hasta la muerte en fidelidad, en amor exclusivo y en amor fecundo para formar una familia. Pero es solo hasta la muerte, porque nos dice la otra verdad, en el cielo no habrá casados.



Por eso resuelve el dilema que le presentaban de quien iba a ser esposa esta mujer, del primero, de los 7, o de cuál de ellos. En el cielo no habrá casados. Y por lo tanto entonces, al decirnos que en el cielo no abra casados, nos revela otra verdad indirectamente, que el estado definitivo del hombre es la virginidad, de allí todos seremos hermanos, y por eso en este sentido, podemos decir otra cosa más, que hay también ya en esta tierra una vocación además de la del matrimonio, que es el otro modo de realizar el camino a la santidad, es la virginidad por el reino de los cielos.



Y por eso queridos jóvenes, ustedes están en este tiempo de elegir el camino, de encontrar el camino al cual Dios los llama. Pero no tengan miedo. ¡Anímense!.  Tengan el coraje también si perciben el llamado de consagrarse en la virginidad por el reino de los cielos, para hacer un signo que anticipe justamente el estado definitivo del hombre y sea también un modo de ayudar a los esposos. Que esto sea entonces un llamado del señor a nuestras vidas, a descubrir nuestra vocación, ya sea matrimonial o a la virginidad por el reino de los cielos.

Hasta el próximo sábado si Dios quiere.

 

Oleada Joven