Padre nuestro, que estás en el Cielo Padre de Jesús, tu Enviado, Padre de todos los bautizados, Padre de los que te ignoran, Padre de los que te combaten, Padre de todos los hombres.
Santificado sea tu nombre En toda la tierra, en todas las culturas y pueblos, en todas las razas de la universal familia humana, como lo ha santificado tu Hijo Jesús, siendo fiel a tu proyecto sobre Él y sobre el mundo.
Venga a nosotros tu Reino Sí, que tu Reino de alegría, de servicio, de compartir con los demás, reine en la vida de los que te conocen; y que los que vivan ya del espíritu de tu Reino sin saberlo, te descubran en el corazón de sus vidas.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo En la tierra, danos tu mirada limpia de los santos del Cielo, para servirte con un corazón sin divisiones y un amor a los hermanos semejante al que tú nos tienes.
Danos hoy nuestro pan de cada día El pan de cuerpo y del espíritu, el pan de la comunión contigo y danos el compartir generosamente nuestro pan con todos nuestros hermanos, sin excluir a nadie.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden Las mías, lo mismo que las de mis hermanos. Todas ellas juntas, son el obstáculo para que tus planes sobre el hombre y sobre el mundo se conviertan en realidad.
No nos dejes caer en la tentación En ninguna tentación y, sobre todo, en la tentación contra la ESPERANZA y contra la certeza de que Tú nos amas.
Líbranos del mal.
Amén.