Evangelio según San Lucas 12,13-21.

lunes, 21 de octubre de
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Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.

Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.
Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.

Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.

Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.


Palabra de Dios




P. Maximiliano Turri Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús


¿Dónde está la raíz de tantas amarguras, rencores y divisiones entre las personas, las familias y los grupos humanos?


El Evangelio de hoy es una clara respuesta. El pedido que le hacen a Jesús es de una actualidad increíble: “Dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”, le van a decir. Lo quieren usar a Jesús de juez o de árbitro, de la ambición de los hombres, es la ambición en el corazón del ser humano la causa profunda y real que destruye todo vínculo y carcome toda vida.


Cuando el Señor dice: “Cuídense de toda avaricia”, está señalando un modo de vivir que solamente anhelan poseer para almacenar y acumular sin descanso. Forma de vivir que olvida toda necesidad ajena y termina consumiendo a todo el entorno.


La avaricia es sin duda la esclavitud que los hombres del siglo XXI estamos soportando. Se nos ofrece un estilo de vida que se presenta como auténtico por el sólo hecho de acceder a los bienes materiales.


Hemos olvidado dimensiones como la espiritualidad, la interioridad, el ocio y el tiempo libre. No sabemos qué hacer con el silencio, y cada vez más nos cuesta relacionarnos humanamente con el que nos rodea.


Ser rico a los ojos de Dios es lo que el Evangelio hoy nos propone, porque la abundancia de bienes materiales no nos asegura absolutamente nada. No ser esclavos, vivir libres de toda atadura, es la constante y apasionante vida que el Evangelio nos propone, que los bienes materiales no dominen nuestros corazones.


Que tengas un hermoso día. Que Dios te bendiga.


 

Oleada Joven