Evangelio según San Lucas 20,27-38.

jueves, 7 de noviembre de
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Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección,y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.

Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.

Finalmente, también murió la mujer.Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”.

Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él”.


Palabra de Dios




 P. Raúl Gomez

 

Bueno nuevamente la palabra del Señor nos congrega en este día y, bueno, el evangelio de Lucas nos propone siempre algo nuevo. Porque la palabra del Señor nos propone algo nuevo cada día.


En este evangelio vemos un dialogo de Jesús con los saduceos, aquellos que niegan la resurrección. Y Jesús les habla y, sobre todo, resalta la importancia que tiene para él y para todos aquellos que lo escuchan la vida. La vida en plenitud, la resurrección. Jesús le responde las preguntas de estos saduceos y les habla que, todos aquellos que participen de la Gloria de Dios serán semejantes a los ángeles e hijos de Dios, e hijos de la resurrección. Dice, termina recalcando este evangelio porque el Hijo del hombre no es un Dios de muerte, sino un Dios de vivientes. Por lo tanto, da aquellos que se acercan la vida en plenitud.


Esa es la propuesta que nos hace el Señor, cada día, en cada momento cada vez que podamos acércanos a su palabra. Cada vez que podamos reconocerlo en cada hermano nos refleja la vida. La vida que él nos ofrece no es cualquier vida es la vida que nos planifica, es la vida que nos santifica, es la vida que nos permite participar de la gloria del Señor. Y sobre todo, que nos hace esta propuesta de la santidad. Los santos fueron realmente, hombres y mujeres que anunciaron vida con su propia vida.


También nosotros estamos llamados a pedirle al Señor poder comprender este misterio grande y amoroso. Pero sobre todo, reconocer que en nosotros esta la plenitud de la vida, ya que mostramos a Jesús, por lo tanto, Jesús esta en nosotros y nosotros estamos llamados a ser plenos.


Pidámosle entonces, en este día al Señor que su palabra nos siga guiando, nos siga acompañando en el camino de la vida.


 

Oleada Joven