En el documento presentado por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) en la 106ª Asamblea Plenaria titulado “El drama de la droga y el narcotráfico”, dentro de los13 puntos en que se encuentra ordenado, los obispos nos comparten que “este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. Se refleja en el deterioro del los vínculos sociales y en la ausencia de valores trascendentes.”
Si bien, remarcan que, “perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado”. “Ésta situación está dejando un tendal de heridos que reclaman de parte de todos compromiso y cercanía. Jesús nos pide que nos inclinemos ante quién sufre y que tratemos con ternura sus heridas.”
También, alientan en la esperanza a todos los que buscan una respuesta sin bajar los brazos. Entre ellos, a los amigos de los jóvenes que sufren de ésta enfermedad, que día a día “no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse”.
Seguramente somos muchos los que nos sentimos llamados y comprometidos en la creación de una contra-cultura así como también a la compañía de quien sufre y vive en este infierno.
Es por esto que nos animamos a compartir varios fragmentos del capítulo 20 del libro Discipulus recibido como regalo en la última JMJ Río 2013 en donde podemos encontrar algunos puntos que nos pueden ayudar a comenzar con ésta tarea:
“Los jóvenes ejercen en la sociedad actual una fuerza de extraordinaria importancia (…) Los jóvenes deben convertirse en los primeros e inmendiatos apóstole de los jóvenes, ejerciendo el apostolado personal entre sus propios compañeros, habida cuenta del medio social en que viven. Dice el Concilio Vaticano II
A todo joven le gustan los desafíos. Y ¿acaso no es un desafío extraordinario vivir el Evangelio y llevarlo como misioneros a otros jóvenes? ¿Principalmente a los que están al margen de la sociedad, en el submundo de las drogas? ¡Sí! El joven evangelizando al joven, hablando del amor de Dios a otros que perdieron el rumbo y el control de sus propias vidas y que, por ello, no perciben cuanto Dios los ve, comprende, ama y cuenta con cada uno de ellos para transformar este mundo en una red de solidaridad, justicia, amor y paz.
Es cierto que el problema de la dependencia química es cada vez más alarmante. Actualmente, las drogas son el factor principal dedestrucción de la juventud. La dependencia química los lleva a matar, robar e, incluso, al suicidio. Algunos casos son considerados casi irreversibles.
(…) La solución para el problema no es sencilla. Ella puede ser lenta y exigir cambios de comportamientos y rutinas, no solo para el usuario, sino para todos quienes conviven con él. Esto solo amplía nuestro campo de misión: evangelizar también a la familia; señalar los recursos disponibles en su comunidad; grupos de autoayuda, centros de salud, la Pastoral de la Sobriedad y otros. Esos locales ofrecen apoyo, tratamiento especializado y contribuyen a la búsqueda de un nuevo proyecto de vida, que puede demandar cambios de amigos y hasta el local de residencia, si hubiera riesgo para la seguridad.
Sin embargo, si tú estás dispuesto a ayudar, no cencesitas crear un clima de sermón, amenazas y acusasiones. Esfuérzate en promover un clima de comprensión, atención y evangelización, en el cual la sabiduría y el amor de Dios puedan encontrar en ti un gran instrumento de transformación de ésta realidad. No esperes resultados inmediatos, ni te frustres con posibles fracasos. A Dios pertenece el resultado. Basta que no desistas de tu papel de misionero, confiando en la suprema grandeza del poder de Dios hacia aquellos que abrazaron la fe.
Busca saber sobre aquél a quien ayudas, cuáles son sus preocupaciones con relación a su dependencia del consumo de drogas. (…) Ayúdalo a ver qué sucederá en el caso de que no cambie y qué ganará en caso de que logre cambiar. Pregúntale cómo quisiera que fuese su vida en los próximos cinco años. ¿Qué necesita hacer para alcanzar eso?
También depende de nosotros, de nuestro compromiso y testimonio la lucha contra este mal. No con prejuicios, jucios sino con amor. ¡Ánimo! Nos unamos en ésta tarea.