En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “¡Señor, Señor!” entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha mis palabras y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, bajaron las crecientes, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa; pero no se cayó, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha mis palabras y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, bajaron las crecientes, soplaron los vientos y chocaron contra la casa; y la arrasaron completamente».
Palabra de Dios
Monseñor Luis Alberto Fernandez Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires
Apreciados amigos que escuchan con amor y fe Radio María, hemos comenzado este último mes del año 2010.Suele acontecer como cada fin de año estar un poco cansados y necesitados del tiempo de vacaciones. Esperamos con alegría la Navidad y el comienzo del Nuevo Año.
La Palabra de Dios viene a nuestro encuentro y nos recuerda que no basta so con decir solo con nuestros labios, exteriormente: “Señor, Señor”, o “Felices Fiestas”, no solo basta armar el pesebre, el árbol de Navidad o pensar en algún obsequio, esto es solo un paso, un comienzo. Jesús en el Evangelio de hoy nos pide y nos enseña a vivir en plenitud la vida de cada día. Como vamos a cantar en esa canción tan linda navideña: “Si cada día es Navidad, si cada día nace Dios, nace la paz en tu corazón”. Así construimos nuestra vida, nuestra felicidad. Escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica. Nuestra existencia será como esa casa que dice Jesús en el Evangelio de hoy, que se construye sobre algo firme, seguro, donde le gusta permanecer, porque así en familia con los que te contienen, te aman, te ayudan a crecer, respetan y animan tus fragilidades, en esta casa de amor familiar, aprendiz de hacer perdonado y a perdonar. Allí en tu familia sufriste, viviste alegrías, esperanza, aprendiste a ser perdonado y a perdonar a vivir también tristezas, dolores y hasta muerte, pero nunca por mas que soplaron vientos fuertes, se precipitaron lluvias, nada derrumbó ese amor familiar.
Se acerca la Navidad, este tiempo de Adviento, la Palabra de Dios viene a nuestra ayuda y nos pide poner en práctica esa Palabra. Que no falte este fin de año el deseo profundo de reunirnos en familia, dejando de lado los rencores, odio, celos y envidia; a esas tempestades hay que temer, porque así la casa se derrumba, la casa y la familia y el país se vienen abajo, cuando nos enfrentamos, nos dividimos , la vida va perdiendo sentido; por el contrario, si abrimos el corazón, Nace Dios, que no solo nos invita en esta Navidad que se viene a compartir, a reunirnos en familia, sino también a invitar a algún pobre , a alguien que este solo o ande sin sentido por la vida. Así, celebrando la Navidad en familia viviremos esta casa, que es la casa de Dios, la casa de la comunión.