Evangelio según San Lucas 18, 35-43

lunes, 18 de noviembre de
image_pdfimage_print

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron: “Pasa Jesús Nazareno”. Entonces gritó: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El dijo: “Señor, que vea otra vez”. Jesús le contestó: “Recobra la vista, tu fe te ha curado”. En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.


Palabra de Dios




Monseñor Carlos Ñañez Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba


El Evangelio que la Iglesia nos propone hoy nos presenta este episodio de la curación de una ciego en la ciudad de Jericó. Fijemos en la actitud del ciego, seguramente tenia alguna noticia a cerca de Jesús, había oído hablar de él, y en cuanto se entera que esta por allí, que esta pasando por allí, desde esa noticia que tiene a cerca de Jesús el lo invoca, con confianza, con una confianza que abre su corazón a la fe y desde ahí llama al Señor y le pide su ayuda. Ahora un detalle digno de destacarse es que a la dificultad que le plantea su ceguera se suma la actitud de la gente que va entorno a Jesús, que esta cerca del ciego y que lo quiere hacer callar, que no moleste al Señor.


Pero el ciego insiste con mas fuerza, y esa fuerza llega hasta Jesús. Y la actitud de Jesús es detenerse, mandarlo a llamar y tambien un gesto interesante tiene la delicadeza de preguntarle qué quiere que haga por el. Seguramente Jesús se daba perfectamente cuenta de que se trataba conseguir, y lo que anhelaba, pero tiene la delicadeza de peguntarle “¿qué quieres que haga por ti?” Y entonces la petición del ciego: “Señor que pueda ver”.


Y Jesús se lo concede enseguida y le regala mas de lo que le pedía, porque el ciego le pedía ver y Jesús le devuelve la vista y le dice que su fe lo ha salvado. A continuación, el evangelista señala de que el ciego se quedó junto a Jesús y se puso a seguirlo, asumiendo una actitud de discípulo. Y precisamente un poquito antes de esta escena los discípulos de Jesús que están cerca de Él, estaban sin embargo desconcertados por los anuncios que el Seños les había echo a cerca de su futura pasión; no entienden a Jesús.


Ellos que están cerca no lo entienden, el ciego que aparentemente estaba alejado marginado y con serios impedimentos por su ceguera y por la posición de los demás, pero como tiene una confianza sin limites llega a Jesús y obtiene lo que pide y no solo eso sino que se queda con El y lo sigue, se hace su discípulo.


Entonces me parece que este Evangelio es una invitación para que nosotros en primer lugar no juzguemos a los demás porque hay quienes a lo mejor parecen que están lejos y están cerca en realidad, y hay veces nosotros pensamos que estamos cerca y a lo mejor estamos un poco distantes. Y Entonces lo otro que puede ser este Evangelio: una invitación para reconocer nuestras torpezas, nuestras cegueras y desde ahí desde ese reconocimiento invocar y pedir con confianza a Jesús pedirle la salud, poder curarse de estas cosas y saber recibir el don que el Señor seguramente quiere hacernos si lo pedimos con confianza y pedimos estas cosas que ciertamente son conformes a su voluntad. Entonces recibiendo el don, obrar en consecuencia, es decir quedarnos junto a Jesús, seguirlo y hacerlo con constancia.


Seguir a Jesús con constancia nos es durar simplemente, es permanecer en el amor, es dejarme amar por Jesús, intentar sinceramente amarlo con todo el corazón y que mi amor se proyecte echo servicio para mis hermanos. Le podemos pedir al Señor para que nuestra vida sea verdaderamente una vida de discípulos, como la del cieguito de Jericó.


Se los deseo de corazón, me lo deseo a mi mismo. Y les dejo mi bendición.


 

Oleada Joven