Evangelio según San Lucas 19,1-10

martes, 19 de noviembre de
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Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”.Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”.

Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.


Palabra de Dios




Monseñor Fernando Maletti Obispo de Merlo – Moreno


Queridos hermanos y hermanas, queridos muchachos y chicas, hoy leemos en el evangelio según San Lucas capitulo 19 versículos del 1 al 10. Es el evangelio de Saqueo, que se sube a un árbol para ver pasar al Señor, y el Señor lo invita a su casa y el mismo Saqueo se da cuenta de que este paso, del Señor por su vida es un paso de conversión y ahí es donde Jesús expresa en el final del texto que hemos mencionado:


“Hoy ha llegado la Salvación a esta casa ya que también este hombre es un hijo de Abraham porque el hijo de Dios vino a buscar y a Salvar lo que estaba perdido”


Gritemos al Señor que venga a nuestra casa; creo que, a la casa de nuestro corazón, a la casa de nuestra familia, a la casa de nuestra sociedad le falta presencia del Señor, o debemos ahondar que el Señor este y le permitamos entrar a nuestra casa. Y cada vez que El entrar a nuestro corazón, a nuestra familia, a nuestra comunidad a la sociedad, es la fiesta del encuentro, de cada uno consigo mismo, de Dios con nosotros y de todos nosotros, entre nosotros con Dios.


Que hermoso es descubrir que no tenemmos que tener vergüenza, que tenemos que gritarle al Señor que venga a nuestra casa, que habite con nosotros, que nos salve, que nos rescate de nuestro egoísmo. Que bueno que nuestra casa sea el lugar en donde el Señor se quede y descanse. No nos vamos a arrepentirnos jamás de abrirnos a Jesús, no nos vamos a arrepentirnos jamás de darle a Jesús en nuestra vida el lugar que corresponde, no vamos a arrepentirnos nunca de que nosotros cuando compartamos lo que hay dentro de nuestro corazón primordialmente compartamos la vida escondida de Dios en Jesús en nosotros.


Recuerdo las palabras del Papa en Rio de Janeiro, hace poquito el 25 de julio del 2013 cuando fue a una comunidad, a una villa y les decía a los peregrinos y que bueno para ustedes queridos jóvenes y para mí para todos, volver a escuchar estas palabras de Francisco:


“No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura del descarte, porque somos hermanos. No hay que descartar a nadie. Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica. Pensemos en la multiplicación de los panes de Jesús. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza.”


Estas palabras de Papa nos animan a decir que realmente Saqueo en muchos sentidos, aunque no lo era, un pobre sociológico, tenía muchas pobrezas y ahí estuvo el Señor. Ahí tuvo la lucidez de dejar entrar a Jesús en su corazón y de cambiar su vida.


Primero de asumir a Jesucristo en su corazón teológicamente y ponerlo en el lugar que corresponde, y luego viene el cambio moral, el cambio de actitudes que Saqueo dejo muy bien claro en este texto del evangelios, por eso el Señor dice que la Salvación ha llegado a su casa.


Ojala que cada día y en momentos especiales de nuestras vida sintamos la experiencia de que porque esta Jesús la Salvación llega a nuestro corazón, a nuestra familia, a nuestra comunidad


y ojala llegue también a nuestra localidad, a nuestro pueblo, a nuestro barrio, a nuestra ciudad.


Que Dios los Bendiga, que el Buen Señor los acompañe y les dé a todos y todas de ustedes la Gracia que mas necesiten.



 

Oleada Joven