Veinticuatro maneras de amar

lunes, 25 de noviembre de
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Cuando a la gente se la habla de que “hay que amarse los unos a los otros” son muchos los que se te quedan mirando y te preguntan: ¿y amar, qué es: un calorcillo en el corazón? ¿Cómo se hace eso de amar, sobre todo cuando se trata de desconocidos o semiconocidos? ¿Amar son, tal vez, solamente algunos impresionantes gestos heroicos?

Un amigo mío, Amado Sáez de Ibarra, publicó hace muchos años un folleto que se titulaba “El arte de amar” y en él ofrecía una serie de pequeños gestos de amor, de esos que seguramente no cambian el mundo, pero que, por un lado, lo hacen más vividero y, por otro, estiran el corazón de quien los hace.

Siguiendo su ejemplo voy a ofrecer aquí una lista de 24 pequeñas maneras de amar:

  • Aprenderse los nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
  • Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
  • Pensar, por principio, bien de todo el mundo.
  • Tener la manía de hacer el bien, sobre todo a los que no se la merecerían teóricamente.
  • Sonreír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
  • Multiplicar el saludo, incluso a los semiconocidos.
  • Visitar a los enfermos, sobre todo sin son crónicos.
  • Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú.
  • Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
  • Olvidar ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
  • Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
  • Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
  • Contestar, si te es posible, a todas las cartas.
  • Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
  • Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, peros subrayar todo lo positivo que encuentres en ellos.
  • Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
  • Hacer regalos muy pequeños, que demuestren el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo.
  • Acudir puntualmente a las citas, aunque tengas que esperar tú.
  • Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
  • Dar buenas noticias.
  • No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
  • Exponer nuestras razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.
  • Mandar con tono suave. No gritar nunca.
  • Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.

    La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Y ya sé que son minucias. Pero con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.

Padre Martin Descalzo

 

Hna Gabriela fsp