Señor, mi corazón rebosa de agradecimiento por tantos dones y bendiciones tuyas. No bastaría el canto del corazón y de los labios, si no pusiera mi vida a tu servicio, para darte testimonio con mis acciones.
A ti la gracia y la alabanza. Tú me has sacado de la nada y me has hecho tu elegido; me has hecho feliz con tu amor y tu presencia. No te conozco bien, no conozco siquiera mis necesidades. Pero tú, Padre, nos conoces por entero.
Soy incapaz de amarme a mí mismo como tú me amas. Tú, Señor, me has creado con un solo corazón, para que sea para ti, solo para ti.
Señor, estar ante ti es lo más grato que pensar se puede. En este momento me presento a ti. Acéptame cuando y como quieras. Haz de mi según tus deseos. Tú eres mío y yo soy tuyo. Me has creado a tu imagen, de un poco de polvo, y me has hecho hijo tuyo. Honor, gloria y alabanza para ti por los siglos de los siglos.
Amén