Un encuentro con Dios

lunes, 2 de diciembre de
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Un pequeño niño quería conocer a Dios. Sabía que tenía que hacer un largo viaje para conocerlo, por eso en su mochila guardó pan y algunos jugos.


Después de caminar tres kilómetros, se encontró con una viejita, que estaba sentada en el parque, observando pajaritos. El niño se sentó junto a ella, abrió su mochila para tomar un jugo pero noto que la viejita tenía hambre, entonces le ofreció un pancito. Ella aceptó muy agradecida y se sonrió bellamente; el niño quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces le ofreció el jugo. Ella sonrió y el niño quedo encantado.


Se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, ninguno dijo una palabra.


Cuando empezó a oscurecer, el niño decidió regresar a su casa y se levantó para irse. Antes de dar un paso, se dio la vuelta y le dio un abrazo a la viejita; ella le dio la más grande y hermosa sonrisa.



El niño llego a su casa muy feliz; su madre estaba sorprendida de verlo tan emocionado, ella le preguntó cuál era la causa, a lo que él respondió: “He comido hoy con Dios ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más hermosa que he visto!”.


Mientras tanto la viejita, también con mucha felicidad, regresó a su casa. Su hijo estaba impresionado por la paz que mostraba su madre aquella tarde y preguntó: “Madre, ¿Qué hiciste el día de hoy que te ha hecho tan feliz”.


Ella Contestó: “Yo comí con Dios. ¿Y sabes qué? Él es más joven de lo que yo había soñado”


Nosotros podemos ser el encuentro con Dios que el mundo está esperando, Dios tiene tus brazos para abrazar, tus manos para ayudar, tus piernas para ir al encuentro del que lo necesita, tu sonrisa para levantar al triste.


No te quedes esperando a que Dios llegue a tu encuentro sal a buscarlo, él está afuera esperándote en el más necesitado.


(…)

“Comparte tu Fe…comparte tu Pan”.

 

Oleada Joven