¡Conviérteme, Señor!
Del ruido que me impide escucharte,
a la paz que me permite sentirte con nitidez.
De la comodidad, que desfigura mi felicidad
a la sobriedad que necesita mi alma para no perderte.
De mi voz, suave y tímida para anunciarte,
a un testimonio vivo ,eficaz y valiente,
para proclamar que, como Vos,
nada ni nadie ha de salvar al hombre.
De mi autosuficiencia, orgullo y seguridades
a la humildad para saber y poder encontrarte.
De mis apariencias, simples e interesadas,
a la plenitud que me ofrece tu presencia,
real y misteriosa, dulce y exigente,
divina y humana, audible….y a veces silenciosa,
con respuestas….y a veces con interrogantes.
Y dame un nuevo corazón para alabarte.
Y dame un nuevo corazón para bendecirte.
Y dame un nuevo corazón para esperarte.
Y dame un nuevo corazón para amarte.
Amén
Javier Leoz