SUELTA LAS LLAVES!

jueves, 12 de diciembre de

 Jenny pensó que sus padres no le darían permiso para irse de fiesta con unos amigos, de manera que les mintió y les dijo que iba al cine con una compañera.

Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo  la verdad, tampoco le dio muchas vueltas al asunto y se dispuso a divertirse.

La pizza estuvo bien y la fiesta genial : al final su amigo Pedro que ya estaba medio borracho, la invito a dar un paseo, pero primero quiso dar una fumadita…

De repente Pedro comenzó a propasarse. Eso no era lo que Jenny quería del todo. “Tal vez mis padres tienen razón” – pensó-; “quizás soy muy joven para salir así. ” “¿Cómo pude ser tan tonta?” “Por favor, Pedro-dijo-llévame a casa, no me quiero quedar”.

Molesto, Pedro arrancó el carro y comenzó a conducir a toda velocidad. Jenny, asustada, le rogó que fuera más despacio, pero mientras más ella le suplicaba, más él pisaba el acelerador.

De repente, vio un gran resplandor. “OH, Dios ayúdanos. ¡Vamos a
chocar!

Ella recibió toda la fuerza del impacto, todo de repente se puso negro. Aun consciente, sintió que alguien la saco del carro retorcido, y escucho voces:¡llamen a la ambulancia! “Estos jóvenes están en problemas”

Le pareció oír que había dos carros involucrados en el choque.

Despertó en el hospital viendo caras tristes. “Estuviste en un choque terrible”- dijo alguien

En medio de la confusión se enteró de que Pedro estaba muerto.

A ella misma le dijeron “Jenny, hacemos todo lo que podemos, pero parece ser que te perderemos a ti también”.

¿Y la gente del otro carro? Preguntó Jenny llorando

“También murieron” le contestaron.

Jenny rezó: “Dios perdóname por lo que he hecho, yo sólo quería una noche de diversión”.

Y dirigiéndose a una de las enfermeras pidió:

“Por favor, dígale a la familia de los que iban en
el otro carro que me perdonen que yo quisiera
regresarles a sus seres queridos.

Por favor enfermera, ¿Les podrá decir esto de mi parte?.

Dígale a mi mamá y a mi papá que lo siento, porque
mentí, y que me siento culpable porque varios hayan muerto.

La enfermera se quedó callada, como una estatua.
Instantes después, Jenny murió.

Un hombre cuestionó entonces  a la enfermera:

“¿Porque no hizo lo posible para cumplir la
última voluntad de esa niña?”

La enfermera miró al hombre con ojos llenos de tristeza, y le dijo: “Porque la gente en el otro carro eran su papá y su mamá que habían salido a buscarla”.

 

Miguel Aedo