Hace unos días atrás mientras caminaba por una de las calles de Córdoba, me cruce con una persona que iba hablando por teléfono y escuché la siguiente frase: “Nuestra Navidad será muy austera”. Confieso que ésta frase me quedó dando vueltas en la cabeza y fue dejando sus ecos en mi corazón.
Por empezar surgieron ciertas preguntas ¿Qué imagen tenemos de la Navidad? ¿Cómo nos imaginamos y creemos que debe ser la Navidad? ¿Por qué y desde cuándo la austeridad se transformó en un adjetivo negativo?
Luego pasé a la siguiente reflexión: Dios, un rey todopoderoso, decidió abajarse, abandonar su trono y hacerse uno de nosotros. Eligió hacerlo de la manera más austera posible, rodeado de animales, en un lugar en donde literalmente había mal olor. Y si este rey hizo de la austeridad un adjetivo apropiado para describir su venida ¿qué nos pasa a nosotros que con solo nombrarla el rostro se nos ensombrece?
Tal vez vos seas de esas personas que creen que no tenés nada que festejar, que la “austeridad” inhunda tus vínculos, tu mesa de nochebuena, tu familia, tu árbol de navidad, tu corazón. Pues para vos tengo una muy buena noticia: estás en el punto y en el lugar exacto para que Dios, hecho bebé, nazca en tu vida, para que llegue la salvación a tu historia.
No dejés pasar ésta oportunidad. Preparate, sentate al lado de María, junto a ella y a José contemplá al Salvador envuelto en pañales. Entregale tus dolores, tus penas y que en la austeridad de tu vida sea Navidad.
Esta noche te tengoen mis brazos, Dios mío,y al estrechar tu cuerpopequeño y desvalido,siento que la miradade amor con que te mirono es de siervo a Señor,sino de padre a hijo. (…)
Francisco Luis Bernárdez
De nuestra redacción
Corina Acevedo