Evangelio segun San Mateo 11, 16-19

viernes, 10 de diciembre de
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En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Con quién compararé a esta generación? Es como esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros este refrán: “Hemos tocado la flauta y no han bailado, hemos entonado lamentaciones y no han llorado”. Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: “Está endemoniado”. Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tienen un comilón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores”. Pero la sabiduría ha quedado avalada por sus obras».



Palabra de Dios

 


 

Monseñor Marcelino Palentini   Obispo de la Diócesis de Jujuy

 

Queridos jóvenes, querida comunidad, el Evangelio de hoy nos presenta una realidad muy curiosa que, por otra parte también, es muy común la gran pregunta: ¿Para quién vino Jesús?; evidentemente el Evangelio nos habla de que Él vino para los pobres, para los oprimidos, para los que están angustiados, para los que no viven la alegría del reino y lo están buscando; y entonces Él se acerca, ayuda, acompaña y le interesa permitir que todos se encuentren con ese amor infinito suyo.

 


El Evangelio de hoy termina justamente con una expresión muy interesante, la comparación de los chicos que están jugando a los uno le dice: "Tocamos la flauta y ustedes no bailaron" y a los otros le dice: "Tocamos cantos fúnebres y ustedes no lloraron"; porque vino Juan el Bautista que ni bebe y ustedes dicen que está endemoniado y vino el hijo del hombre que sí como y bebe y dicen: "es un glotón y un borracho, amigo de los publicanos y de los pecadores", pero concluyen con una frase muy importante: "Pero la sabiduría ha quedado justificada por sus obras".

 

Sentimos mucho inconformismo a vaces hacia Jesús, le pedimos cosas y nos quejamos; pedimos ayuda para nosotros y nos quejamos más todavía porque no hemos recibido lo que habíamos pedido. Evidentemente es importante poder encontrar el sentido profundo de las cosas, no encasillarnos en nuestras necesidades sino más bien preocuparnos para que todos encuentren lo fundamental: el Amor de Jesús, la experiencia de liberación que Él da a todos, la alegría de poder vivir como verdaderos hijos suyos en una expresión de total libertad interior y de la capacidad que tenemos -o que debemos tener- de encontrarnos con ese Amor infinito que no se cierra en un gusto, en lo que me gustaría, en lo que me parecería, sino simplemente en el deseo de vivir en comunión con Él.


Podemos concluir con una oración sencilla:


Que tus hijos, Padre, vivamos con ánimo agradecido por todas las alegrías que vamos encontrando en la vida; danos la capacidad de encontrarte en las cosas y en las personas; danos la capacidad de contagiarnos con éste Espíritu positivo; danos la alegría de vivir en comunión contigo.


Que el Señor nos ayude a vivir así, abiertos a la acción de su gracia. ¡Hasta la próxima si Dios quiere! 

 

Oleada Joven